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capítulo 1 (comentario)

texto: capítulo 1

Dice literalmente Lao Zi:
“El hombre de virtud superior no actúa, ni pretende alcanzar fin alguno.”
El verdadero cristiano tampoco actúa, ni pretende conseguir fin alguno, sino que deja que Dios mismo actúe a través de él, y no se detiene a examinar las pretensiones divinas, sino que, en la fe, sabe que todo lo que Dios haga a través de él tiene un sentido.
Limitarse a obedecer “leyes divinas” es sacar a Dios fuera del propio espíritu, pues se actúa desde la propia voluntad tomando la referencia de algo que esta fuera del ser humano.
Pero en el hecho de “dejar que Dios actúe por medio del hombre”, la voluntad humana y la voluntad divina se habrán fundido en una sola cosa. El Norte es Cristo: “El Padre y yo somos perfectamente uno”.

La idea del Yahvé de los judíos, un Dios que sólo existía fuera del hombre, está aún impregnada del antiguo paganismo. Jesucristo nos trae una idea muy diferente: El Dios que habita en el interior del hombre y con el que puede llegar a fundirse perfectamente.
La frase de Lao Zi destila la idea de esta verdadera divinidad: “El hombre de virtud superior (el hombre fundido en Dios) no actúa (no tiene pretensiones personales generadas por su ‘yo’), ni pretende alcanzar fin alguno (no interfiere en el plan divino, sino que se ajusta mansa y humildemente a la acción de Dios).”

Yo no estoy interpretando la intención de Lao Zi, ni hago una lectura desde el punto de vista del taoísmo. Yo me limito a comprender las palabras del “Viejo Maestro” desde la Luz de Cristo. Pues está claro que, desde que el hombre pisa la tierra, en todo aquél que ha buscado la Verdad, Dios se ha hecho presente.
El hecho de que la salvación venga por medio de los judíos no significa que las escrituras judías sean la única revelación divina. En la Biblia está dibujado el proyecto de salvación, pero sobre la virtud, la divinidad, y otras muchas cosas, hay que abrir mucho los oídos a la sabiduría oriental, llena de ejemplos de verdadera honestidad y autenticidad en la búsqueda. ¿Acaso no dijo Cristo: “Buscad y encontraréis?” ¿O es que esto sólo comenzó a ser válido después de que Él lo dijera?
Antes de Cristo, también los hombres buscaron y encontraron. Y Oriente es una fuente inagotable de verdadera sabiduría.

texto: capítulo 1

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