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capítulo 2 (comentario)

texto: capítulo 2

El alcance de las propias palabras trasciende muchas veces a la intención del que las expresa. Yo he descubierto en mis propias palabras ideas que nunca se me habría ocurrido expresar. Y no es malo perder el control de lo que se expresa, porque lo que está bajo nuestro absoluto control siempre será inferior a nosotros mismos, y lo que es inferior a nosotros tal vez no valga la pena ni tan siquiera expresarlo.
Filósofos chinos debaten sobre la interpretación correcta del término ‘Uno’ en este capítulo del Dao-de-jing de Lao Zi.

Por un lado, existe un esfuerzo por deshacerse de las propias ideas e intentar comprender y aprehender las ideas ajenas, poniéndose en el lugar del que las expresa. Esto es muy positivo, porque obliga a desechar todo prejuicio.
Por otro lado, existe también un esfuerzo por comprender las palabras ajenas dejándolas vibrar en el propio ser, permitiéndoles que generen por sí mismas una expresión de la verdad que encierran, pero sin intentar aprehender la interioridad del que las expresa.
Ambos esfuerzos van siempre juntos, no se pueden separar, porque, por mucho que intentemos aprehender la interioridad del prójimo, necesariamente el punto de partida habrá de ser nuestra propia interioridad.

La idea del ‘Uno’, tal y como la desarrolla Lao Zi en este capítulo, no está lejos de la idea del ‘Amor’. No importa ahora mismo la intención de Lao Zi: Es posible que las palabras del maestro trasciendan a su propio pensamiento.
En el texto original, Lao Zi dice literalmente: “los valles, que el obtener el Uno se colmaron...” ¿No habla la Biblia a menudo de que Dios abaja los montes y eleva los valles?
El Amor trascendente no es un sentimiento, ni es “sabiduría en acción”. El Amor es una conciencia de identidad: “Mi identidad y la tuya no son dos cosas independientes, sino que tienen un mismo principio y tienden a encontrarse en un mismo fin.”

En el Amor, el espíritu alcanza la pureza y la materia su estabilidad, porque todo lo que está arriba se agacha para recoger lo que está abajo, y lo que está abajo eleva sus brazos para dejarse levantar por lo que está arriba. En el Amor, los gobernantes son siervos de los gobernados, y las leyes emanan de la eternidad divina.
En el Amor, todo es humilde, porque todo existe en el candor de su propia naturaleza. Nada compite contra nada, porque todas las cosas del universo son cómplices de una misma causa, luchan en la misma dirección.
El ‘Uno’ y el ‘Amor’ son dos palabras muy afines.

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