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capítulo 4 (comentario)

texto: capítulo 4

Lo que es muy profundo necesariamente ha de ser expresado con muy pocas palabras.

El humilde es aquél que sólo ha tomado conciencia de su soberbia, y en la soberbia no hay humildad. Del ‘no-ser’ de la humildad nace el ‘ser’ de la humildad.
El sabio es aquél que sólo ha tomado conciencia de su ignorancia, y en la ignorancia no hay sabiduría. Del ‘no-ser’ de la sabiduría nace el ‘ser’ de la sabiduría.
Éste principio, llevado al plano ontológico más sublime, es el principio esencial cristiano.

Dice Cristo: “Es necesario que la semilla caiga en tierra y muera para que dé fruto.”
Era necesario que el Hijo del hombre sufriera, fuera maltratado, humillado y muerto a manos de los hombres, para que luego pudiera resucitar y romper el abismo entre el Cielo y la tierra con el vínculo del Amor.
El ‘ser’ nace del ‘no-ser’. El Jesús humillado, crucificado y muerto es el ‘no-ser’ de Jesús. Y a partir de su ‘no-ser’ el Padre generó la plena existencia de Jesús en el Cristo: Éste es Jesucristo.

El ‘no-ser’, suscita el Gran Temor de todo lo que asoma en el cosmos. Sin embargo en el ‘no-ser’ está el germen de todo lo que existe.
El ser humano instintivamente huye del Camino porque le obliga a sumergirse en su ‘no-ser’, y se aferra al ‘ser’: No concibe al ‘ser’ fuera del propio ‘ser’.
El sufrimiento del hombre le resta plenitud en su existencia, mas ese sufrimiento en el ‘no-ser’ es la semilla del ‘ser’ aun más pleno, cuando el hombre no se opone a sufrir.

Estamos construyendo el Reino de Dios a partir de la semilla de Cristo. Sin el fracaso en lo humano, no puede haber victoria en lo divino. Sin el ‘no-ser’ de este Reino en el mundo, es imposible su ‘ser’ pleno en el Cielo. 
Y el Cielo es ese nivel de existencia que no se extingue porque ya murió en todo lo finito, y a través de esa muerte alcanzó la eternidad.

texto: capítulo 4

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