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capítulo 9 (comentario)

texto: capítulo 9

Permanecer estático no es lo mismo que permanecer inactivo. El que no actúa, no intenta transformar las cosas, pero el que permanece estático, en realidad está actuando, se sitúa en una posición que incide directamente en todo lo que le rodea: El Cosmos se desplaza, y lo que está anclado en lo inamovible, eso tropieza con todo lo demás. Por eso, la verdadera inacción significa moverse en consonancia con el Cosmos, es hacer lo que conviene sin oponerse al movimiento global.

Pero el movimiento global, el que conviene a todas las cosas y a todas beneficia, ese movimiento a menudo está directamente enfrentado al movimiento circunstancial en el que domina la inconsciencia, y las individualidades se desplazan en favor de su propia conveniencia, lo que produce un remolino de violencia e inestabilidad.
El hombre que se ha entregado decisivamente al Amor incondicional, no actúa sino que deja actuar a Dios, es decir: no se opone al movimiento global del Cosmos, que es el que a todos conviene y que tiene su vértice en la conciliación de todas las cosas.

La lucha del sabio no es la oposición manifiesta al individualismo egoísta, sino que es la lucha por no luchar, es dejarse arrastrar por el devenir cósmico del Amor y permanecer independiente del individualismo.
El sabio declara la guerra con palabras de Paz, ofende con bendiciones, es excluido por su talante conciliador, es asesinado por su constante preocupación en la tarea de salvar las vidas de los pobres y oprimidos.

texto: capítulo 9

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