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capítulo 11 (comentario)

texto: capítulo 11

Es inútil madrugar para hacer muchos planes. No vale la pena llenar la muralla de vigilantes. Es pérdida de tiempo construir para siempre con materiales perecederos.
Dios da el pan a sus amigos mientras duermen, vigila la ciudad aunque no haya centinelas, y construye lo imperecedero con los materiales más impredecibles, y todo esto siempre resultará frágil a los ojos de los sensatos.

En el centro está el origen, hacia fuera se despliega su expresión. ¿Dónde vamos a encontrar el sentido profundo de las cosas? Sin embargo los hombres apilan ladrillo sobre ladrillo para alcanzar el centro de la tierra.
Hay que bajar de las torres, al territorio de la humildad, y hasta cavar pozos bajo tierra, donde yacen los cuerpos de los muertos, para acercarse a esa Verdad que los hombres pretenden encontrar sobreponiendo ideas sobre ideas.

Al descender, el hombre se ve desnudo, y esto lo siente como una pérdida. Al humillarse, el hombre se siente vulnerable, y se asusta porque teme una agresión. Desconocer datos es sentirse inferior a los eruditos, es como cederles el control de la propia vida. Sin embargo en la desnudez, en la vulnerabilidad y en la pérdida del control humano de la propia vida, es donde la Verdad muestra su rostro, porque no teme ser utilizada para agredir ni para dar poder a unos seres humanos sobre los demás.

texto: capítulo 11

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