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capítulo 13 (comentario)

texto: capítulo 13

Lao Zi dice que el hombre va hacia la muerte cuando se aferra a la vida. Jesús dice que el que ama su vida la pierde.
La existencia no toma la consistencia ontológica de su capacidad para protegerse a sí misma, sino de su capacidad para ser útil a la existencia de todo lo que le rodea. Existe un principio lícito de autoconservación, pues una cosa no puede ser útil si primero no es, pero aquello que antepone su propia existencia a la existencia de todo lo demás, cae en la inutilidad. Y el cosmos se desembaraza de todo aquello que le resulta inútil.
El Principio de la Vida es el Servicio.

Existe un vertedero cósmico, donde va a parar todo aquello que consume sin aportar nada a cambio.
Por una herida, un organismo pierde sangre sin ningún beneficio. Sin necesidad de provocarlo, el propio organismo crea defensas para taponar esa herida. Un ser humano que mantiene su existencia robándole al universo el Agua de la vida sin producir a su vez vida para los que le rodean, ese ser humano es como una herida en el organismo cósmico: Debe ser eliminado. Por eso no es pura figuración la idea del crematorio de basuras para todo aquél que sólo haya sabido vivir para sí mismo.

Pero esta idea oscura y negativa no es la que impulsa al hombre al servicio de los demás. El miedo nunca genera ilusión, ni las amenazas pueden impulsar al hombre a la solidaridad verdadera. Es la promesa luminosa la que levanta la creación en peso, nunca como una huída de la oscuridad, siempre como un encuentro con una Luz más resplandeciente.
No se trata de escapar del basurero cósmico, se trata de encontrar el germen de la Vida misma. Nadie que haya integrado en su propio ser el germen de la Vida puede morir para siempre. Lo sugirió Lao Zi en el Dao De Jing. Lo dijo Jesucristo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.” Y se entregó a la muerte, sin reclamar ni siquiera el derecho lícito a la autoconservación, y así señaló el Camino eterno trazado en la Verdad que lleva a la Vida.

texto: capítulo 13

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