anterior

índice

siguiente

capítulo 15 (comentario)

texto: capítulo 15

El que decididamente se entrega a una visión puramente empírica de las cosas, sólo las puede observar desde la perspectiva exterior de sus diferencias, como si cada cosa una tuviera una procedencia distinta y confluyeran en conflicto dentro de un mismo espacio.
Intentar ordenar y conjugar muchas cosas diversas para encaminarlas hacia la unidad precisa de una labor de análisis intelectual que siempre será imperfecta.
Los sistemas de convivencia construidos por los hombres tienen una validez muy limitada. Cuando mueren, difícilmente vuelven a renacer.

El que acepta el Origen como principio común de todo lo que existe, ése ve la realidad desde dentro y no desde afuera, y no se confunde cuando observa la diversidad exterior de todas las cosas, pues comprende que la diversidad es el resultado de la expansión, no del Origen. Desde dentro, la materia no es sólida, ni existe cosa alguna que tenga poder sobre el espíritu. Sin embargo, desde afuera, la materia gobierna como un tirano que apenas consiente pequeñas incursiones del espíritu.
Desde dentro, el ser humano puede consolidar el sistema natural en el que cada cosa se sitúa según su razón de ser. Pues todo obedece a un mismo Origen.

Lo interior, el espíritu, puede aguardar indefinidamente sin una manifestación material visible, pero la materia, que es expresión externa, sin el espíritu, que es contenido, se resquebraja y se deshace. No puede permanecer.
Afianzarse al conocimiento de lo material es declararse hijo del azar y del capricho. Las formas externas se multiplican y se transforman, y quien está afianzado a ellas se mueve como un títere: ejecuta movimientos humanos pero sin espíritu.
No es posible conocer al Dueño cuando se es esclavo de los sirvientes.

Las gentes se separan del Origen porque buscan la estabilidad en el extremo opuesto a donde está, y esto porque no buscan para obedecer, sino para dominar.
Lo grande, lo aparatoso, lo complejo, eso siempre es frágil. Lo pequeño, lo sencillo, eso es estable. Las verdades filosóficas humanas son complicadas, y siempre han de ser revisadas, desechadas y vueltas a construir. La Verdad que procede del Origen es sencilla, y no se desgasta nunca sino que es eterna. Por eso, el que se adhiere al Origen se sumerge en el Río de la eternidad.

texto: capítulo 15

anterior

índice

siguiente