anterior

índice

siguiente

capítulo 23 (comentario)

texto: capítulo 23

Cuando las cosas se elaboran y crecen sobre sí mismas, el mal hace acto de presencia. Pero en el candor y en la sencillez, aunque el mal quisiera influir, no tendría ningún apoyo, porque necesita de la premeditación, del cálculo y de la fabricación intelectual, que siempre se separa de la realidad sobre la que edifica.

Por eso, las empresas más arriesgadas no pueden ser abordadas de otra forma sino desde la sencillez y el candor. El que conoce el Origen, sabe dejarse llevar por Él, y no tiene ninguna ocasión de arrepentirse, porque ninguno de sus actos tuvo lugar desde la premeditación que el mal necesita para hacerse presente.

El que lucha por una causa eterna, no puede detenerse en ofrecerle resistencia al mal. En esa oposición el mal se crece, y cambia de forma oportunamente para que la lucha nunca termine, y así la verdadera causa quede olvidada o relegada a un segundo lugar de importancia. Pero el hombre que se deja conducir por el Origen no se resiste al mal.

La sabiduría choca frontalmente contra la artificialidad, y todo lo que es complejo a causa de la elaboración humana, es artificial. El sabio es dañino allí donde no reina el candor y la sencillez, y tanto más se rechaza la sabiduría, tanto más crece la complejidad, y así el mal consigue un lugar donde instalarse y reinar.

En la sencillez, ninguna fuerza espiritual encuentra excusa para servir al mal, y todos los poderes buscan la sintonía y se alían en una única dirección. Cuando las cosas dispares de unen, el Amor se hace presente, y todo lo arrastra hacia la recapitulación, así que la verdadera sabiduría toma el mando y congrega al universo en la Luz que no se vela.

texto: capítulo 23

anterior

índice

siguiente