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capítulo 38 (comentario)

texto: capítulo 38

El ser humano conoce la realidad por su apariencia, pero el Cielo la conoce por su ser. El ser humano intenta transformar la realidad cambiando su forma, por eso lucha, impone, grita y se desespera. Al Cielo no le importan las formas: Una cosa puede seguir siendo exactamente la misma y sin embargo puede manifestarse con diferentes apariencias según las circunstancias. Por eso los seres humanos se desconciertan ante la multiplicidad de las formas y buscan leyes naturales para conectar todas las cosas entre sí, para definirlas según criterios estables, para alcanzar un conocimiento que aleje el desconcierto. Pero eso es lo mismo que edificar con ladrillos de agua.

El ser transforma al ser por el Principio de la Unidad que emana del Cielo. Pero los actos externos sólo llevan a un cambio en las formas, y el ser queda intacto. Por eso el Cielo no se esfuerza en violentar la realidad en sus formas sino que la cambia con su propio Ser. Si el ser ha sido transformado, entonces es indiferente la forma de manifestarse que pueda tener cada cosa. Cuando se actúa desde la violencia, los resultados son perecederos, cuando se actúa desde el ser, los frutos permanecen.
La fuerza del ser reside en el impulso del espíritu, y el impulso espiritual sólo alcanza su objetivo si no encuentra el obstáculo de la acción premeditada.

Los obstáculos derribados con violencia buscan la oportunidad para volver a erguirse, pero los obstáculos que caen por su propia inconsistencia ya no se vuelven a levantar. La respuesta a una pregunta formulada puede encubrir una mentira, pero la expresión espontánea del que no ha sido interrogado obedece a la verdad del corazón. Los que se reúnen por haber sido convocados tal vez no deseen estar juntos realmente, pero los que se reúnen sin ninguna imposición permanecen juntos en la libertad, y esa unión es estable. El que tiene prisa por terminar su obra, manipula las formas con el objeto de obtener la apariencia que desea, pero sólo el que no tiene prisa la consigue culminar.

texto: capítulo 38

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