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capítulo 40 (comentario)

texto: capítulo 40

El instinto de supervivencia lleva al ser humano a protegerse de la penuria. Cuando este instinto se exagera, entonces el hombre acapara más de lo que necesita pensando en lo que va a necesitar mañana. Cuando el instinto enferma, entonces ya no piensa en el mañana, simplemente siente la satisfacción de almacenar y enriquecerse. El instinto de supervivencia reside en lo más hondo del ser humano, por eso, cuando el instinto enferma, todo el hombre enferma, y así puede enriquecerse muy por encima de sus necesidades y observar sin conmoverse cómo sus semejantes mueren de hambre.

El instinto gregario parte de la sexualidad, y la sexualidad tiene un componente importante de posesión. La posesión lleva al poder, y el poder a la manipulación. Los seres humanos se congregan en sociedades para poder apagar el miedo originado por su instinto de conservación y para poder desahogar el instinto sexual. Entonces son necesarias las leyes, y las leyes exigen la presencia de los guardianes, y los guardianes ejercen una autoridad que el pueblo les cede por su propia conveniencia. Cuando esta autoridad sobrepasa los límites y enferma, aparecen los déspotas.

Un hombre espiritualmente sano no se regocija en tener poder sobre los demás. Si ejerce un cargo de autoridad, lo asume como un servicio delicado y lleno de responsabilidad. Pero, si el gobernante es un enfermo, no vacilará en despojar al pueblo de todos sus derechos y acaparar para sí mismo todas las riquezas sociales sembrando el hambre entre el pueblo. Si el gobernante es un enfermo, eso es signo de que toda la sociedad está enferma. Una sociedad enferma no se mantiene en orden, sino que se agrieta desde sus cimientos. La enfermedad no hará crisis hasta la caída del déspota.

Cuando las riquezas no benefician por igual a todos los miembros de una sociedad, eso significa que existe una enfermedad latente, que poco a poco irá creciendo hasta destruir el orden social. Los imperios son una muestra clara de la enfermedad del ser humano, son la expresión más primitiva de un instinto de conservación que ha excedido ampliamente los limites de la verdadera necesidad y ha entrado en el terreno de la enfermedad crónica, que sólo puede desaparecer con la muerte del orden social, la revolución y la reestructuración de las riquezas, y el reemplazo de los gobernantes.

texto: capítulo 40

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