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capítulo 44 (comentario)

texto: capítulo 44

El que sabe que está en la verdad y tiene convicción interior de ello, ése no necesita de la aprobación de los demás para afianzarse: La verdad se sustenta en sí misma. Pero el que no tiene esta convicción interna, si no alcanza la aprobación de los que le rodean, se tambalea y duda. Ése ansía puestos de superioridad, para poder imponer sus criterios y así mantener sus frágiles convicciones con el apoyo ajeno.

Por eso, tras una gran desavenencia, ambas partes siguen ocupadas en demostrar el derecho de sus respectivas posturas, y, aún después de que el conflicto haya acabado, los resentimientos llevan a aflorar una y otra vez las razones de las dos partes haciendo prevalecer la propia. Pero el sabio, el que posee la verdad que se sustenta en sí misma, ése no alberga resentimientos ni necesita reafirmar sus razones.

El que posee verdadero valor no necesita hacerse valer; el que no posee verdadero valor, ése necesita sentirse valorado por los demás. Hacerse valer es la consecuencia natural de poseer verdadero valor. Es algo que no debe ser buscado, sino que es algo que emana de la propia realidad. El sabio no da la razón a quien no la tiene, pero no se obstina en convencerle sino que se expresa con dignidad y luego le deja en libertad.

Al que se encarama a un puesto de valor sin poseer verdadero valor no es necesario echarlo abajo, sino que él mismo se pone en evidencia al hacer ostensible su incapacidad. Por eso el sabio sabe esperar, porque conoce la naturaleza y sus leyes y no duda que el tiempo es un maestro mucho más eficaz que cualquier amonestación acalorada que sólo sirve para prolongar el conflicto y las desavenencias.

Una empresa espiritual de envergadura no puede ser compartida sino que la responsabilidad debe ser asumida por el sabio. Si alguien se suma a la empresa, bienvenido sea, pero este colaborador debe tener siempre abierta la puerta de la retirada. Si se delegan en él responsabilidades esenciales por considerarlo fiable, entonces toda la empresa se tambalea y, al final, terminará sucumbiendo en el conflicto.

texto: capítulo 44

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