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capítulo 46 (comentario)

texto: capítulo 46

Cualquier definición, cualquier afirmación, es un desplazamiento del punto de reposo, y trae como consecuencia la definición contraria, la negación correspondiente. Lo que pretende imponerse a sí mismo genera, en el propio hecho de la imposición, una fuerza contraria que intenta contrarrestar el impulso primero. Esto es ley natural, universal, no se trata de ninguna deformación en las actitudes. Por eso no importa que la afirmación sea válida o no lo sea, la oposición, como reacción, aparece inevitablemente.

Pero cuando una afirmación no es pretenciosa ni intenta influir ni cambiar nada, sino que emana del interior con naturalidad, entonces la oposición no encuentra apoyo, porque es unilateral. La Verdad que es expresada limpiamente, sin segundas intenciones, sin palabras capciosas ni estrategias de convicción, esa palabra no ejerce fuerza y, por lo tanto, no genera oposición real. La oposición aparece, pero se deshace al no encontrar nada contra lo que luchar ni a lo que vencer o contrarrestar.

El sabio se expresa y afirma, pero no lo hace en la intención de convencer ni cambiar las cosas, sino sólo como una expansión de la Verdad que bulle en su interior. No se hace valer a sí mismo ni recoge méritos, sino que acoge a quien se acerca y deja marchar a quien se aleja, realiza su obra con naturalidad y no se preocupa del número de sus seguidores ni de sus perseguidores. Aunque su obra le fuera arrebata no se preocupa por eso, como el naciente no se preocupa del agua que corre ladera abajo.

texto: capítulo 46

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