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capítulo 55 (comentario)

texto: capítulo 55

El que vive volcado hacia el exterior sólo concibe aquello que de alguna manera es manifiesto, y en la manifestación de las cosas hay ostentación pero no hay significación. El verdadero sentido de las cosas no está en aquello que muestran sino en lo que ocultan. Por eso un conocimiento volcado en las cosas materiales y sus leyes se aleja del sentido de la vida y de la toma de conciencia del verdadero anhelo del cosmos en su movimiento. Cuando esa forma de conocimiento impregna una cultura, la sociedad pierde sus valores, sus jefes se corrompen, y la violencia aflora desde sus cimientos. Sus dioses son, primero el sexo, luego el dinero, y por último el poder.

El sentido de la vida está en la no-vida, es decir, en la muerte. Desposeer de contenido la muerte, considerarla como una fatalidad inevitable, eso es generar una forma de vida basada en la perfecta inutilidad. Inútil es la vida de los que viven para sí mismos, de los que atesoran dejando a otros en la pobreza, de los que escalan pisoteando a los más desprotegidos. Esto es aumentar la apariencia y mermar la conciencia, trabajar en la manifestación ostensible de las cosas desposeyéndolas de su existencia. La expresión de lo inexistente es la fantasía, y la fantasía impuesta es la mentira. Por eso, la cultura del rigor científico es la cultura de la gran mentira.

Nadie alcanza a comprender la realidad de su ser hasta que no se enfrenta a la Nada, que es el pozo de la verdadera conversión. Encender luces en medio de otras luces sólo sirve para jugar con los brillos y los colores, pero no para descubrir algo realmente nuevo. En la Nada sólo hay oscuridad, por eso, únicamente el que sale de ella puede ver la Luz que desvela el verdadero sentido de todas las cosas. El hombre se afirma en el ser exterior, pero sólo en el espacio interior, en lo que no es manifiesto, puede encontrar la razón de su existencia y el Camino que conduce a la plenitud de la Vida que no deja de ser porque, en ella misma, ya está incluida toda muerte.

texto: capítulo 55

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