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Integrando el Camino como eje esencial de la propia vida, el ser humano alcanza la absoluta Virtud que le lleva a la plenitud perfecta y eterna.
El Camino no se puede delimitar con palabras, no existen doctrinas, no existen ni tan siquiera aproximaciones. El Camino es para seguirlo, no para aprehenderlo.
Pero, sin conocerlo, ¿cómo seguirlo?: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.’
La Vida no está en las palabras, sino en el ser. Tampoco la Verdad está en las palabras. El Camino es la Verdad y la Vida, el que lo sigue no morirá para siempre.
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