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capítulo 69 (comentario)

texto: capítulo 69

En el mundo occidental, donde la palabra “Dios” ya ha perdido todo significado sugerente, esta descripción que Lao Zi realiza del Origen del cosmos es muy reveladora. La palabra “Dios” ha sido utilizada para someter a los hombres a poderes religiosos, ha sido relacionada con guerras y matanzas, ha sido identificada con leyes y comportamientos caprichosos, ha sido revestida con atributos que han convertido al misterioso e inabarcable Origen en una idea, mucho más afín a la idea de los dioses paganos de griegos y romanos que al verdadero descubrimiento interior de una Fuerza inexpresable que sólo puede ser concebida en el acto sublime del Amor eterno.
Con razón el ateísmo se ha extendido. Y los ateos de este “Dios” occidental están mucho más cerca de descubrir la existencia del misterioso Origen descrito por Lao Zi, que los teístas, que ya tienen una idea preconcebida de la divinidad a la que se han afianzado y de la que difícilmente van a poderse deshacer.
El Origen es el Camino, que se aleja hasta la Nada y resurge de ella. Es el movimiento que todo lo abarca sin perder su perfecta Unidad. De la Nada del Camino surge el espíritu, como un soplo, que es puro impulso expansivo. El espíritu nada puede hacer si no se expresa en la materia. La materia no existe por sí misma, sino que es la materialización de un impulso espiritual. De la materia nace el ser humano, de manera que en el hombre está la materialización del impulso espiritual, el propio impulso, y el Camino que lo engendró. Un cosmos dentro de otro, y en cada uno de ellos la manifestación del mismo Camino. Y si, Inmenso es el Camino, inmenso es todo que por Él ha sido engendrado: Camino, espíritu, materia, ser humano.

texto: capítulo 69

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