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capítulo 72 (comentario)

texto: capítulo 72

Los que viven fuera de sí mismos deslumbrados con las sensaciones que proceden del exterior, ésos recorren grandes distancias buscando cosas nuevas y sorprendentes. Creen que se acercan a una mayor sabiduría observando lo que nadie antes había observado y fabricando con la razón principios nuevos, nunca antes enunciados, que permitan el descubrimiento definitivo de la realidad misteriosa que les rodea.

Pero el verdadero sabio, el que ha construido en su interior su propio hogar y no se deja engañar por la multiplicidad de las formas ni por su colorido, ése es consciente de que la sabiduría no está en el descubrimiento de lo novedoso, sino en el correcto discernimiento de lo que ya se conoce. Toda la realidad necesaria para alcanzar la sabiduría más excelsa está presente en el interior del hombre.

Cuando el impulso vital se materializa precipitadamente en imágenes mentales, en estrategias inteligentes, o en actos expresos, entonces todo se ensucia: El impulso muere en su impacto contra el muro de la realidad mental construida, y la construcción de la mente, al estar desconectada del proceso natural de desarrollo, se corrompe y ensucia el interior del hombre que se convierte en esclavo de su propia fantasía.

En el perfecto discernimiento, sólo dos cosas han de ser valoradas: La realidad del ‘ahora’, que es la única que existe tanto en el interior como en el exterior del ser humano, y el horizonte lejano, que es el ideal sublime de pureza y de grandeza que debe servir de referencia a todo impulso interior. Todo lo demás es anacrónico y, por lo tanto, lleva a la construcción de fantasías que enmascaran la Verdad.

El sabio ve la semilla de un roble y ve en ella un roble, aunque no pueda observar ni las ramas ni las raíces. Cortar y abrir la semilla para investigar su interior no sirve de nada, lo único que se consigue es inutilizarla. La realidad del ‘ahora’ de la semilla es ser semilla, pero si se planta y se le deja actuar a la naturaleza, esa semilla es un roble. No es que lo llegue a ser algún día, sino que, a los ojos del sabio, ya lo es.

texto: capítulo 72

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