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ECUMENISMO

 
 

presentación

     
 

 

TESTIMONIO

 

Durante varios años me dediqué a visitar las diferentes iglesias cristianas, y no de una manera superficial, sino que hice lo posible por integrarme en cada una de ellas.
Por supuesto que las reacciones de los miembros de las distintas iglesias fueron muy significativas.
Durante ese tiempo escribí mucho, todo en torno al problema del ecumenismo, y fui recopilando todos esos escritos en una página. Ahora no quiero entresacar ni seleccionar nada, pues cada cosa tiene su significación, y creo sinceramente que Dios me acompañó en mi afán y en mi búsqueda. Por eso quiero presentar en este apartado la página íntegra, tal y como la construí en su día.
No todos los textos recopilados tienen una conexión directa con el problema ecuménico, pero todos giran en torno a la misma inquietud: La reconciliación en el Amor.

 
     

 

 
  Dios es uno, el Reino es uno. Cristo, Camino, Verdad y Vida, encarnación del Padre en la tierra, es uno. La Iglesia, manifestación física de la comunión espiritual en el Amor en Cristo, es también una sola.
¿Cómo pues observamos tantas instituciones que se llaman cristianas y que permanecen enfrentadas unas a otras?

Hay un camino fácil y corto para resolver esta contradicción: Pretender que la propia iglesia sea la única verdadera y que todas las demás sean falsas.
Hay otro camino, más penoso, que supone mucha entrega y muchas renuncias, que es el de la reconciliación.
Los seres humanos, por naturaleza, buscan siempre el camino más corto para que las cosas sean como deberían ser en el plazo más breve de tiempo posible.

Existe una Iglesia de iglesias, que es verdadera expresión del Reino de los Cielos en la tierra, y que no puede ser identificada con ninguna denominación concreta.
Esta Iglesia, la Iglesia de Cristo, hay que descubrirla, hay que permitirle tener presencia en el mundo mediante el esfuerzo de la reconciliación.

Excluir al prójimo para sentirse pleno, eso ya lo saben hacer todos los hombres del mundo. Y lo hacen muy bien.
Pero deshacerse de sí mismo, renunciar a la propia plenitud fácil y excluyente para alcanzar esa otra plenitud más sublime, más cerca de Dios, eso el mundo no lo conoce, y se supone que los cristianos sí que lo conocemos.

La Iglesia de Cristo no deja de existir por el hecho de que las iglesias cristianas no busquen la reconciliación, pero lo cierto es que, en la medida en la que ese impulso de Amor que lleva a la reconciliación no se manifieste en las iglesias, cada vez estarán más lejos de Dios.
Y una cosa está clara: Lo que se separa de la Vid, se seca y se muere.

De la misma manera que el pueblo judío era el heredero por derecho de las promesas de Yahvé para con Abraham, Moisés, David y todos los profetas, y sin embargo el Reino les fue arrebatado a ellos y entregado a los gentiles, de esa misma forma no sería de extrañar que cuando la verdadera Iglesia de Cristo se manifieste sobre la tierra, muchas iglesias cristianas que, por derecho, se consideraban herederas de las promesas de Cristo, se vean excluidas. Y esto porque todo aquél que excluye, será excluido.
 
 

 

 

 

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