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IMÁGENES

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naturaleza

 
  el bosque  
  La naturaleza no pretende ser hermosa sino que se muestra tal cual es. No esconde nada ni tampoco pretende exhibirse. No se avergüenza de ser observada porque no entiende que las cosas puedan aparentar algo diferente a lo que realmente son. El que contempla la naturaleza sin intención de manipularla ve en ella la hermosura limpia y pura que no se disfraza para aparentar ni se desnuda para atraer. Por eso en primavera los valles se cubren de flores espontáneamente, no hace falta un jefe que les dé la orden de florecer.

En un bosque los árboles se agrupan sin pretenderlo. Ningún árbol dejaría de serlo sólo por haber quedado fuera del bosque. Pero si ese árbol, aislado, deja caer sus frutos en tierra, pronto se verá rodeado de más y más árboles, y juntos pueden llegar a formar un bosque. El bosque atrae la lluvia y la lluvia riega los campos. Éste es el modo de hacer de la naturaleza: No agrupa las cosas para aislarlas elevándolas en importancia sino que permite que las cosas afines se reúnan para que otras puedan también ser más fértiles.

Antiguamente los jóvenes se casaban y edificaban sus casas donde había posibilidad de hacerlo, en el límite del poblado, allí donde más arropados pudieran sentirse. Y así la población crecía y se formaron las grandes ciudades. Las antiguas ciudades eran hermosas porque no obedecían a ningún cálculo urbanístico, sino a las necesidades que surgían en cada momento. Pero las grandes ciudades proyectadas sobre los planos obligan a los hombres a acomodarse en espacios impuestos y a convivir con extraños.

Cuando la artificialidad toma el mando, las cosas pretenden ser hermosas y por eso no se muestran tal cual son. Esconden lo que les avergüenza y exhiben aquello que pudiera ser atractivo; necesitan aparentar algo diferente a lo que realmente son. Aquél que las contempla se siente manipulado porque sabe que, tras la aparente hermosura, se esconde el vacío de una fealdad no reconocida. Las flores no germinan espontáneamente sino que los jefes deben llamar a los jardineros para que las planten en parterres previstos.

Los árboles no se reúnen en bosques para hacer grupo aparte. No se rodean de cercados que impidan el paso a ninguna otra cosa porque no pretenden alcanzar ningún escaño de superioridad, sino simplemente quieren expresar su afinidad. Los seres humanos se reúnen sin existir afinidad entre ellos, se rodean de cercados de espinos y se elevan por encima de los demás en un afán de superioridad. Tanto más numerosos son, tanto más fuertes se creen. Sueñan con crecer e invadir el mundo, y por eso se secan y se mueren.

La forma de hacer de la naturaleza y la expresión de la divinidad son exactamente la misma cosa. Todos los misterios ocultos en libros están perfectamente visibles en el modo de hacer natural. Pero los que se han habituados a la artificialidad aparentan lo que no son, y por eso buscan la realidad detrás de las cosas; suscitan la manipulación, y por eso intentan manipular todo lo que les rodea. De esta manera ya no alcanzan a ver lo evidente, sino que se engañan con espejismos que pretenden salvaguardar agrupándose.
 
 

05/01/08

 

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