EL ACANTILADO Y LA CRUZ

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Dicen: “¡Soberbio!, baja de donde te has subido y sé humilde. ¿Cómo te atreves a hacer juicios sobre nosotros, que somos ministros de Dios? ¿Acaso no sabes que te juegas la salvación o la condenación eternas?”
 
Pero yo no me subí a ningún parte, simplemente me puse a la misma altura que ellos. ¿O quizá eran ellos los que se encaramaban para no tener que mirar a nadie a los ojos?
Ministro de Dios es el que escucha con atención al campesino y al obrero, y, a través de sus palabras, aprende a conocer a Dios.
 
No recuerdo que Cristo nunca haya dicho: “Encaramaos que Yo os sostendré.”
Ministros de Dios hay muchos. No tienes que acercarte para hablar con ellos, porque ellos ya están cerca; no tienes que subir para ponerte a su altura, porque ellos ya están a tu misma altura.