KYRIE ELEISON

     

   

el castillo y el viento

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A un hombre se le puede derribar.
Si se pone una armadura, costará más, pero también se le puede derribar.
Y si ese hombre es un gigante, costará aun más trabajo, pero también.
Y si se esconde en un castillo, primero habrá que derribar ese castillo...,
pero todo es cuestión de tiempo.

Al viento no se le puede agredir con armas.
No hay rendija demasiado pequeña para el viento.
No hay montaña demasiado alta.
El viento puede ser suave como una caricia,
y puede ser rudo hasta el punto de derruir edificios de piedra y cemento.

La verdadera fortaleza no está en la dureza:
la invulnerabilidad no se consigue protegiéndose con escudos de acero.
Las ideas pueden ser gigantes encerrados en castillos,
pero la fe es como el viento: suave como una caricia,
pero capaz de derribar un castillo con su gigante dentro.


Yahvé sopló sobre el barro y apareció la vida.
Truenos y terremotos escuchó Elías desde la gruta,
pero acudió a la llamada divina al sentir el rumor de la brisa.

Jesucristo compara al hombre nacido del Espíritu al viento:
Podemos conocer su pasado, y su presente seguirá siendo un misterio.
Podemos conocer su presente, y nada sabremos de él mañana.

La imagen del viento que todo lo abraza y todo lo llena.
La imagen del castillo fortificado: rigidez y obstinación.
Éstas son las imágenes de la oposición universal: Amor – Temor.