KYRIE ELEISON

     

   

el castillo y el viento

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Todas las cosas del universo se endurecen y se cierran sólo para protegerse de todo lo demás. Para evitar agresiones, para asegurar su permanencia. Éste es el origen de las individualidades. La misma coraza que protege, limita.

Pero aquello que está asido a la eternidad no necesita de ninguna coraza de protección, porque no tiene miedo a dejar de existir: Las agresiones pasan a través de él como los palos a través del viento.
Nada puede quitarle su individualidad, porque ésta no está definida en oposición a todas las demás, sino que se afirma en sí misma.

Las leyes regulan el campo de acción de las individualidades que existen en la oposición, unas contra otras.
Pero aquél que tiene Vida en sí mismo no pone límites en su ser, es decir: no necesita destruir nada fuera de él para poder permanecer en la existencia.

Vivir asido a la eternidad, tener vida en sí mismo, esto no es sino haber tomado conciencia de la universalidad del “Ser”.
Nosotros le llamamos “Dios”. Otros lo llaman de otra manera.
Los términos se estropean, el manejo intelectual termina por vaciarles de su contenido original.

Hombres que hablan de Dios y al tiempo regulan leyes inexorables, construyen corazas inexpugnables, establecen ideas indiscutibles...
Lo que de verdad sea inexpugnable e indiscutible, no necesitará de corazas que le protejan para no dejar de existir.

En el Amor no hay fronteras, porque tampoco las hay en el “Ser”.
En la ley, sin embargo, cada cosa se define en oposición a todas las demás.
En el Amor nada puede extinguirse para siempre.
En la ley todo se seca y luego muere.
Porque el fruto del “Ser” es el Amor, y la razón de ser de la ley es el Temor.