KYRIE ELEISON

     

lo absoluto y lo relativo

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Cristo: Camino, Verdad, Vida


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  Cada ser humano lleva dentro de sí su verdad. Sin embargo la Verdad divina es una sola y no puede estar condicionada por la subjetividad de los hombres.
¿Cómo saber si la luz que brilla en nuestro interior nos muestra la realidad tal y como es, como Dios la ve, o si proyecta sombras y destellos que la deforman?
La Verdad humana es fría. La mente del hombre le da vida, pero de por sí, está muerta. Por el contrario, la Verdad divina está viva, y aunque los hombres no la escribieran, no la retuvieran en forma de ideas ni la plasmaran en doctrinas, seguiría igualmente viva, pues no necesita del alimento humano para existir.

El hombre que vive en la Verdad no necesita defenderla, porque la Verdad se defiende a sí misma. No la expone a competir con las ideas de otros hombres, ni la somete al juicio de la razón. Porque todas las cosas que necesitan ser alimentadas, apuntaladas, defendidas y protegidas, son cosas finitas. Cuando las energías se desgastan las ideas mueren, y las verdades subjetivas se desvanecen.
Pero la Verdad divina siempre renace de entre los escombros donde los hombres pretenden hundirla para hacer prevalecer su propia conveniencia.

Muchos piensan que las cosas existen y son eficaces sólo cuando hay una toma de conciencia de ellas. Sin embargo, el verdadero sabio no sabe que es sabio, sino que sólo ve su ignorancia. El humilde es el que sólo es capaz de ver su soberbia. Tomar conciencia de la sabiduría o de la humildad es romper por completo su eficacia.
Por lo mismo, el hombre sólo puede estar en la Verdad cuando la busca, no cuando cree haberla encontrado.
Es en el movimiento, en el impulso que no se detiene en la auto-observación, donde las cosas son en verdad, abandonan la mente y pasan a formar parte del ‘ser’.

El universo es uno solo, y nada existe que esté de más. Por eso, todo aquello que excluye, siempre estará en guerra y nunca encontrará Paz, porque el derecho a la existencia no le puede ser negado a nada ni a nadie.
Abarcar la totalidad del universo no es descifrar sus leyes. Eso es intentar traerlo a la subjetividad humana por medio de la razón. Cuando la razón intenta aunar cosas diversas siempre cae en el eclecticismo, pero nunca alcanza al ‘ser’ en sí mismo. Abarcar el universo entero es deshacerse uno mismo e identificarse con él.

El hombre encuentra la Verdad en el impulso de aunar la creación divina sin exclusión alguna. Y este impulso tiene el Nombre de Dios mismo: Amor.
Cuando el hombre ha salido de sí mismo y se ha convertido en impulso de unidad y conciliación de todo lo que existe, entonces, y sólo entonces estará en la Verdad, y la Verdad estará en él.
La Verdad tiene Vida en sí misma. El hombre que está en la Verdad es aquél que ha dejado su propia vida y ha tomado en su ‘ser’ la Vida que no se acaba. Ha abandonado el mundo de las individualidades excluyentes y se ha fundido en el impulso de Amor que todo lo concilia, que es Dios mismo.


Howndev
 
     

22/05/2005