KYRIE ELEISON

     

crisis irreversible

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iglesia y jóvenes 2


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  Antes África era un continente lleno de animales salvajes, selvas infranqueables, y tribus de hombres casi primitivos. Hoy en día, África es un continente de miseria, de hambre, de enfermedades. Es la vergüenza del mundo, es el recordatorio humillante de la injusticia del mundo rico para con el resto de la humanidad.
El prójimo ya no está dentro de los muros de nuestro barrio o, todo lo más, de nuestra provincia, como sucedía hace varias décadas. Esos muros han caído, y ahora tenemos la seria responsabilidad de reconocer al prójimo en la humanidad entera. Y si no lo hacemos así, es que estamos completamente ciegos.

Ya el pobre no es el que toca a nuestra puerta con la mano abierta. Eso era antes. Ahora el que abre la mano pidiendo dinero, muchas veces consigue en un día (y se lo gasta en droga ese mismo día) lo que un honrado trabajador tarda un mes en conseguir, y que es la cantidad de dinero con la que mantiene a toda su familia.
El pobre que se muere de hambre lo vemos en los reportajes y en las noticias publicadas por los grupos de solidaridad para con el tercer mundo.

Antes Latinoamérica era una tierra fértil donde los europeos emigraban para hacer fortuna. Y la hacían. Pero ahora no es ya ese conjunto de países que se caracterizaba por los continuos cambios de gobierno, las pintorescas revoluciones. Ahora es una tierra sometida por las multinacionales y los intereses políticos de los EEUU. Y lo que los EEUU no pueden destruir, ya se encargan los ambiciosos políticos corruptos que rigen estos países de destrozar y desolar para conseguir que los ricos se enriquezcan vendiendo la pobreza de los pobres.

Asia no es ya ese continente exótico, de extrañas costumbres, de ingenuas y hasta absurdas ideas espirituales y religiosas, de lejanas comunidades humanas que no tenían ninguna vinculación con occidente, más que la simple anécdota, o la curiosidad científica, o sociológica, o cultural...
Ahora Asia es un continente con una riqueza espiritual extraordinaria, que es muy superior y mucho más profunda que toda la tradición occidental. Y al mismo tiempo, Asia está necesitada del apoyo material y humano de los países del primer mundo.

No se puede mantener una iglesia nueva sobre unos pilares arcaicos. El antiguo testamento es el código de conducta de un pueblo sectario que vivió siempre de espaldas al resto de la humanidad, que vitoreaba a su Dios por pisotear naciones enteras. Eso ya se terminó.
Y el nuevo testamento sólo está esbozado en su comienzo: El verdadero Nuevo Testamento lo estamos escribiendo nosotros, todas las iglesias cristianas sobre el papel de la historia de la Justicia en el mundo.

No se trata de convertir la Iglesia en una plataforma de lucha por la justicia, en una organización de ayuda al tercer mundo. La Iglesia tiene una dimensión trascendente, es expresión de un Reino que no es de este mundo. Sin embargo sólo desde la lucha en el mundo, a ras de tierra, es posible la trascendencia al Reino. Sólo desde la implicación en lo pequeño es posible alcanzar lo grande. Sólo renunciando definitivamente al acomodo material, económico y social, es posible dar un testimonio lo suficientemente auténtico como para que la juventud de las generaciones venideras pueda ver en las iglesias cristianas un valor eterno por el que merezca la pena luchar hasta las últimas consecuencias.

 
Howndev
 
     

08/08/2005