KYRIE ELEISON

     
 
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ESPÍRITU

introducción

     
  Mi experiencia personal de encuentro de Dios no es independiente de mi afán por la lucha ecuménica.
La búsqueda de la verdad comienza siendo (quizá sobre todo en nuestra sociedad occidental) una búsqueda intelectual. Se identifica la idea verdadera con la verdad misma hasta el punto de que el hombre cree alcanzar la verdad "conociendo" intelectualmente esas ideas supuestamente inmutables y eternas.
Sin embargo el mundo de las ideas, que pertenece al plano lógico, nunca podrá alcanzar la Verdad eterna, que sólo pertenece al plano ontológico.
Dicho de otra manera, el ser humano se acerca a la verdad, no por la sutileza de sus conocimientos intelectuales, sino por la realidad ontológica que sea capaz de fabricar en su propio ser.
Las ideas serán entonces consecuencia, expresión, expansión, comunicación, pero la Verdad en sí misma sólo puede existir en el propio "ser" humano.
Traducido al lenguaje bíblico, esto se expresaría según la hermosa frase de Jesucristo: "...El Padre y yo haremos morada en él..."

Cuando yo me encontré con Dios de aquella manera insólita, incluso violenta, todo mi ser se transformó, pero nada de lo que había dentro de mí desapareció ni se reemplazó por ninguna otra cosa, sino que tomó otra orientación y otro contenido.
Mi búsqueda intelectual con sus minúsculos hallazgos (que a mí me habían parecido muy grandes) seguía reclamando respuestas.
Aquel camino no había terminado, y era necesario conocer a dónde conducía para poder optar por el verdadero Camino sin sombra alguna de duda, sin la sensación de haber dejado cuestiones pendientes por resolver.
Éste es el sentido del libro "Espíritu". En él, el camino racional como herramienta de búsqueda se ilumina señalando el final al cual conduce, y deja de ser un estorbo para entregarse al verdadero Camino.
La razón deja su protagonismo y se convierte en sierva del Espíritu. Las ideas liberan la verdad que tenían atrapada en la lógica y se la ceden al "ser", donde únicamente puede estar la Verdad, que es una realidad ontológica.
 

En el primer libro, el que escribe comienza con planteamientos muy universales de Unidad y de Amor. Luego, dejándose llevar por su propio espíritu, expresa con imágenes sugerentes todo el proceso de la creación como búsqueda de la divinidad a partir del Temor que se ordena en el encuentro del Amor.
En el segundo libro ya se adentra en un gnosticismo al que no le encuentra salida alguna, sino que más bien termina tropezándose con el principio del Mal, consecuencia del abandono de la sencillez y el empeño de conocer más de lo que su propio candor le muestra.
En el tercer libro, el que escribe comienza cerrando todo el proceso gnóstico anterior en un retorno al candor y a la sencillez y se expresa ya en la intención de una comunión entre su espíritu y el Espíritu de Dios.

Los términos 'Bradz', 'Klew', 'Glöv', etc. tienen un origen que no es relevante para el lector (aunque para el que escribe lo sea) y se utilizan sólo en el propósito de evitar términos que pudieran tener otras connotaciones, o, en todo caso, en la imposibilidad de encontrarlos dentro del lenguaje convencional.
Los términos 'tripso' y 'triedrasma' fueron extraídos de raíces griegas.
Esta terminología inusual no tiene ningún alcance que vaya más allá de lo que en el propio libro se expresa.

 
     
     
   

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