KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 1 - capítulo 19


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  Cada cosa tiende a Dios, pero para poder alcanzarle tiene que conseguir la plenitud de su existencia, porque siendo Dios existencia plena, aquello que exista plenamente será uno con Dios.
La plena existencia es la resolución de la defragmentación en el tiempo. Se trata de vencer y anular la dimensión temporal. Las cosas, por consiguiente, se buscan a sí mismas en el tiempo para poder llegar a ser.
El tiempo retrocede para que cada cosa se reúna consigo misma en su pasado. Pero cuando llega el reencuentro, no es posible la identificación. ¿Por qué?, porque ha dejado tras de sí la estela de sí misma en su desplazamiento hacia lo pasado, y esa estela se ha convertido en una parte de sí que a su vez debe recuperar. Y vuelve a retroceder en el tiempo hacia el futuro.
Por eso todo vibra, todo oscila, en todo hay un ciclo que se repite. Esto es: todo va al encuentro del pasado de sí mismo y, al no poder reconocerse absolutamente en él, vuelve a lo que entonces parecía futuro, pero que ahora vuelve a ser pasado. Y así sucesivamente.
Ante nuestra capacidad de percepción, los órdenes más complejos describen ciclos lentos, y los más simples vibran con rapidez. Pero fuera de nosotros mismos, sin la medida comparativa de nuestra percepción, el tiempo de avance (retroceso en el tiempo) y de retroceso (avance en el tiempo) de cada cosa del cosmos es el mismo.
Todo ese conjunto de ciclos, unos dentro de otros, y todos ordenados dentro del cosmos, es lo que nosotros percibimos como “la dimensión temporal” que parece desplazarse uniformemente desde el pasado hacia el futuro. Pero esta percepción no es el tiempo mismo, sino la apreciación cambiante del eterno “ahora” en un orden secuencial que parte del impulso insatisfecho de nuestro “yo” por evadirse del tiempo mismo para alcanzar la existencia plena.
No existe tal orden secuencial en el universo. La amplitud del cosmos es la amplitud de su propia anacronía, ya que si todo fuera simultáneo, todo sería uno, y ya estaría en Dios.