KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 01


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  El camino hacia Dios es el camino de la humildad. Porque la humildad abre los ojos y disipa la bruma que existe entre nosotros y la Verdad. Pero si tomamos conciencia de nuestra humildad para llegar al conocimiento, volvemos a quedar en la oscuridad.
El erudito, el investigador que se llena de su propio conocimiento ya es incapaz de observar las cosas tal cual son, sino que filtra su observación a través de sus esquemas. La verdadera sabiduría no tiene conciencia de sí misma, puesto que nadie que se vanaglorie de su humildad es realmente humilde.
Las palabras de los hombres huelen a prepotencia, y buscan la coherencia antes que la Verdad. Pero, ¿acaso no es coherente la Verdad? El alcance de una cosa está definido por su propia coherencia. Lo que se cierra y conforma en lo cercano, no puede alcanzar lo lejano. La coherencia de la Verdad nunca podrá estar allí donde podamos descubrirla, porque si la abarcamos, necesariamente nosotros mismos quedaremos fuera de ella. ¿De qué le vale a un hombre un conocimiento en el que él mismo está excluido?
Por eso el verdadero sabio es consciente de su ignorancia e inconsciente de su humildad. Porque es íntegro y uno en sí mismo, y no se desdobla en el humilde que alcanza el conocimiento y el jactancioso que, observando su humildad, se cree sabio.