KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 09


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  No es la inspiración del Espíritu algo privativo de aquél que profesa una determinada fe, que pertenece a una determinada iglesia o que tiene en su mente perfectamente delimitado el concepto de Dios, Padre creador. El Espíritu ilumina a todo aquél dispuesto a someterse a lo que siente superior a él en su esencia, y dispuesto a obedecer a lo que en su corazón le dicta como bueno.

La verdadera sabiduría no es expresable. Una palabra puede despertar en un hombre una verdad que permanecía viva en su interior pero ahogada y sin poder manifestarse plenamente, pero no puede enseñarle nada que él, en lo más profundo de su ser, ya no supiera. Y esa misma palabra, en otras circunstancias, podría velar aun más la verdad latente interior, porque el lenguaje puede estructurarse con ciertas garantías en la comunicación cuando le habla a la razón, pero no cuando le habla al corazón.
El Espíritu me ilumina y yo lo transmito con mis palabras. ¿Quién me entenderá?

Quizá otro hombre, de otra cultura muy distinta a la mía, pueda estar escribiendo exactamente lo mismo que yo y, sin embargo, mis palabras y sus palabras chocar de tal manera que la identificación, a la luz de la razón, sea del todo imposible. Pero si tanto ese hombre como yo hemos abierto ojos y oídos al Espíritu con igual humildad y ansia de sabiduría, el Espíritu nos dictará las mismas cosas, y nuestros sentimientos y más íntimas sensaciones serán exactamente las mismas.
No existe objetivamente ningún espacio bidimensional ni ninguna defragmentación del “ser sin nombre”, y yo soy absolutamente consciente de ello cuando lo explico como verdad revelada. Mas, ¿cómo sugerir lo inexpresable? ¿Qué significado tiene el término “objetivamente”?.

Autoridades eclesiásticas determinan con palabras “la verdad” en la que hay que creer. Y esto es bueno, porque unifica la forma de entender de sus fieles permitiendo la comunión entre ellos y la elevación colectiva hacia la divinidad, y es malo porque el símbolo y la sugerencia tienden a suplantar al objeto de su representación. Y las iglesias se escinden y aparecen las discusiones entre miembros de un colectivo que, poseyendo la misma Verdad, necesitan que ésta sea también expresada de la misma manera. Y esto es bueno, y también es malo.