KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 14


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  El orden permite que las cosas existan, pero no es el objeto de la existencia misma. Dentro de cada orden, los entes que lo conforman cambian en cada instante. Cada orden a su vez influye en todos los demás, de manera que no permanecen inalterados, y se deshacen y vuelven a surgir. ¿Qué permanece entonces?: El “yo”, que cuando toma conciencia de sí mismo, abre el espacio tiempo, y cuando la resuelve en el “ello” lo conoce y lo transforma.

El “ser sin nombre” toma conciencia de su “yo” en la observación de sí mismo, de la que surgen Bradz, Glöv y Klew. Al instante siguiente, cuando Bradz se defragmenta en la autoobservación, toma conciencia de su “yo”, que es el mismo “yo” que el del “ser sin nombre”. Cuando el tercer ente de la defragmentación de Bradz se identifica anacrónicamente con Klew (tercero de la defragmentación del “ser sin nombre” del instante anterior) entonces se forma el espacio tiempo tridimensional en el que Bradz y el “ser sin nombre” se observan mutuamente como si fueran dos seres distintos. Los separa el tiempo y los une la identificación de sus respectivas referencias.
Sólo si Bradz se reconociera a sí mismo en el “ser sin nombre” y renunciara a su propio “yo”, podría romper la barrera espacio tiempo e identificarse con él.