KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 19


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  Cuando el hombre tiene su espíritu atado a las cosas del mundo, le es imposible renunciar a la coherencia de lo cercano, porque ésta representa su seguridad. Tiene que limitar, excluir, acotar, para que su sistema de conceptos le mantenga en la fe en sí mismo y en la seguridad ante lo imprevisto, y así poder actuar alejado del Temor al “no ser”.
Cuando el hombre abandona su espíritu a la voluntad divina, y se hace uno con el Uno, entonces ya puede vagar, hasta sus últimas consecuencias, en el “éter de lo posible”.
Toda coherencia tiene una réplica coherente. En toda afirmación hay implícita una negación de algo que forma parte de la afirmación misma. Excluyendo, acotando y limitando, podemos hacer que cualquier cosa sea coherente y, por lo tanto, verdad lógica. Ese sistema coherente de conceptos en el que aquel hombre ha basado su seguridad, es una posibilidad entre infinitas, todas distintas, de ordenar estos mismos conceptos.
A veces el hombre, consciente o inconscientemente, resuelve su incapacidad situándose en otra coherencia igualmente vana: renuncia a la búsqueda de la Verdad y se vuelca en la búsqueda de la utilidad. Las cosas son verdad en tanto que son eficaces, y en esa medida él se siente seguro alejando de sí el Temor al “no ser”.
Pero existe una realidad que está por encima de cualquier coherencia de la misma manera que existe un cosmos que está por encima de todos los órdenes materiales, y que es el que los forma, los relaciona, los transforma y los deshace. Y todo esto porque el universo entero tiene una intención de la que nada se puede sustraer eternamente.
El “ser” puede encontrar su seguridad en el orden, mas no su plenitud, y por eso no halla reposo. Al mismo tiempo, el “ser” no desea el reposo porque esto le sacaría del espacio tiempo, le llevaría a la unidad, y de allí, a la nada. ¿Cuál es pues la intención? ¿La búsqueda o la huida? Ambas cosas, pero que son una sola: Así como el Temor no existe en sí mismo, sino que es el “no ser” del Amor, también la huida es el “no ser” de la búsqueda.