KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 23


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  Cuando un hombre se sumerge en las leyes sutiles y profundas que mueven la creación divina, puede encontrarse ante lo imprevisto. El Espíritu me muestra la Verdad, pero no la suaviza ni la adorna, al contrario, la desnuda cada vez más ante mis ojos puesto que yo no cejo en mi empeño de saber.
Si bien yo escribo mientras descubro y descubro mientras escribo, hubo un instante en el que algo hizo explosión dentro de mí, y me enseñó mucho más de lo que yo hubiese querido saber.
En lo profundo del universo está la candidez de lo que obedece a la voluntad divina, y también está lo tenebroso. Yo siempre he querido pensar que el mal es la negación u omisión del bien, mas no necesariamente la oposición al mismo, pero me horroricé sin querer creérmelo cuando pude contemplar el Mal cara a cara: Ya no se trata de un cerrar los ojos a la voluntad de Dios, ni de la incapacidad para elevar la mirada y ver la Luz; se trata de la observación de la Luz, del conocimiento de Dios, y del intento deliberado de, con pleno conocimiento de las leyes del universo, apropiarse de la Luz de Dios en el empeño de convertirse en Dios mismo, ya no en la identificación con Él, sino en la afirmación de un “Yo” alternativo. Es el odio intencionado a la Verdad.
Durante días estuve sin poder escribir, agarrado al Padre y orando con todas mis fuerzas. Entonces mi conocimiento explotó y vi mucho más allá de lo que escribo y quiero escribir. Sólo añadiré que el universo no se mueve en un cándido desplazamiento desde el “no ser” hasta la plenitud del “Ser” en Dios, tal y como yo creía verlo y así lo quería descubrir, sino que una catástrofe gigantesca antecederá al fin de los tiempos y que no será producida por la maldad de los hombres, sino por algo muy superior al genero humano.
Me acordé del Apocalipsis, leí sus predicciones al respecto, y lo que antes yo había interpretado como un juego de símbolos que se relacionaba con la rebelión de los órdenes inferiores a la culminación del tiempo, ahora lo entiendo absolutamente referido a lo tenebroso de ordenes muy superiores a nosotros.