KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 3 - capítulo 01


anterior - índice - siguiente

             
  Cada ente tiene el “yo”, único en cada instante cósmico, que lo proyecta mediante su impulso al orden al que pertenece. Los órdenes se agrupan en otros órdenes más amplios, y siempre existe proyección del “yo”, que busca la unidad en lo alto y la evita en lo bajo, porque en lo alto está Dios, que es por sí mismo, y en lo bajo está el “ser sin nombre” que sólo se libra de la nada en su impulso hacia Dios.
Los órdenes se consolidan en el proceso cíclico que resulta de encontrarse consigo mismos en el tiempo y reiniciar la búsqueda en el ininterumpido encuentro de ese pasado que se convierte en futuro. Por eso el espacio tiempo de cada orden y el espacio tiempo cósmico no son la misma cosa. Cuando un ente se reconoce a sí mismo en su pasado, vuelve verdaderamente a ese pasado, pero el orden que sostiene a este ente procede según un ciclo distinto, así que en la relación espacio tiempo de todos los órdenes del cosmos se presenta en conjunto como un aparente transcurso uniforme hacia el futuro en un espacio también uniforme.
Todo viene de la unidad inferior del “ser sin nombre” que surgió desde el caos iluminado por Dios, y va hacia la unidad superior que es Dios mismo. Así cada cosa se abre en la multiplicidad de su parte inferior y se cierra en la unidad de su parte superior, así consigue elevarse.