KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 3 - capítulo 15


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  La realidad de la muerte y la multiplicación de los órdenes es muchísimo más profunda. Pero yo abandoné mi empeño de entender los órdenes cósmicos en profundidad porque el Espíritu así me lo hizo ver: Mi realidad de ser humano tiene su sitio. Si me desplazo en mi realidad para descifrar lo que está por debajo de mí, pierdo la referencia de mí mismo, y alcanzo un conocimiento inútil y, a veces, peligroso.
No debo intentar entender el sentido de la muerte de los órdenes, debo alcanzar el sentido de mi propia muerte. Los órdenes se multiplican, pero yo sólo debo dedicar mi atención a la multiplicidad de los seres humanos, pues son ellos la realidad que me une a Dios. Desde luego que yo lícitamente puedo teorizar sobre la reproducción y muerte de los órdenes, pero entonces ya no cabe utilizar la palabra “Verdad”, ni pretender que mis teorías sean inspiración de mi espíritu que reposa en Dios, sino fruto de mi inteligencia.
El Espíritu me habla de las cosas para poder situarlas según su naturaleza y siempre en base a la referencia de mí mismo. El cosmos no tiene un orden por sí mismo, si no que se manifiesta ordenadamente según la perspectiva del que lo observa. Es mi ser el que le da entidad al orden que observo. Crear un concepto del cosmos ajeno a mí mismo es caer en el vacío del caos.
Cada vez que me adentro allí donde no es mi sitio, el Espíritu me ordena silencio: Tampoco debo hablar de desamor, injusticia y error si no estoy pleno en el Amor de Dios, de lo contrario yo mismo caeré en el desamor, la injusticia y el error que censuro.
Y el Amor no es un concepto, sino una vivencia. Dios no acepta mi amor si no lo he expandido a toda la humanidad. Sólo amando a mi prójimo, estoy realizando de hecho mi amor por Dios. El concepto de la Verdad es una falacia: La Verdad no es un concepto sino una acción manifiesta que sólo puede ser expresada con palabras cuando se vive en toda su magnitud.
Abordaré el final de este tercer libro cuando el Espíritu me impulse a ello porque yo haya conseguido deshacerme de mis conceptos abstractos y purificarme en el acto existencial de amar. Dice el Señor: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. No dijo: ‘yo indico el camino, digo la verdad y explico dónde está la vida’.