KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 3 - capítulo 21


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  El Reino de Dios está en el Cielo y proyectado a la tierra en la Iglesia de Cristo que se debate entre el Orden celestial y el cósmico. Es imposible que la Iglesia no tenga un componente cósmico, igual que lo tiene todo hombre que a ella pertenezca. Si la iglesia, en un afán de comprender al hombre moderno, se solidariza con él aceptando el reto del avance cultural con el objeto de atraerlo desde su terreno, en lugar de desatar en lo cósmico para atar en lo celestial, desata en lo celestial para atar en lo cósmico. Comprende al hombre y sus sufrimientos, y abre el ámbito moral para que no caiga en el Temor del pecado y no sobrevenga el Mal, sino que mire siempre hacia el Amor. El resultado es el desplazamiento de verdadera naturaleza de la iglesia que se manifiesta en el debilitamiento del impulso espiritual descendente por la disminución de la resonancia con el Orden celestial. Se pierde la interiorización, la piedad, la intensidad de la oración.
Hombres de la iglesia imbuidos por la cultura pueden hacer obras de caridad, pero no pueden ayudar a nadie con la Fuerza de su Espíritu. ¿Cómo sacar al hombre de una sociedad en la que ellos mismos están inmersos? Otros, más ajenos al orden social y que cultivan sin embargo su espiritualidad, son capaces de conocer mejor al hombre de nuestra sociedad, porque leen directamente en su corazón y no se detienen en especulaciones humanísticas.
El cristiano no es de este mundo, expande la Verdad y propaga la Palabra de Dios sin moverse de su sitio.

Casi todo lo que he dicho es obvio, pero no todo lo obvio está de más. No es justo censurar la cerrazón de la iglesia si luego no la justifico. No puedo relacionar el Mal con la ley si luego no la lleno de contenido. Varias cosas juntas, obvias todas, pueden encender una luz distinta a cada una de ellas en dirección a la Verdad.
Así el Espíritu me ha ordenado que lo explique. Yo no tomo otra decisión que no sea abrir mis oídos a la voz del Espíritu.