KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 3 - capítulo 24


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  El espíritu es de Dios. El “yo” es único para todos los hombres. Cada hombre toma su identidad del orden, y puesto que en la trascendencia al Cielo, el cosmos mantiene la memoria de todos sus órdenes, el hombre conserva su identidad.
Por lo tanto, cada hombre es encarnación de todos los demás en cuanto al espíritu. Es posible la existencia de afinidades entre personas en cuanto órdenes humanos que se den fuera de lo que aparentemente se muestra como simultaneidad. En las escrituras se apunta la idea de que el Bautista era la encarnación de Elías.
Vincular dos hombres hasta el punto de afirmar que uno es la reencarnación del otro, es tan evidente como falso. Evidente, en cuanto que la individualidad del espíritu humano no existe, falso, en tanto que el orden humano en el cosmos no es identificable con el de ningún otro. Lo que ocurra en el Orden celestial eso yo no lo sé, porque el Espíritu no me lo ha revelado.

Deambular por las esferas del espíritu sin conexión con la realidad cósmica es un desplazamiento de la naturaleza humana, y resulta tan ineficaz como el desplazamiento contrario, el de la adherencia al cosmos. Deshacerse del cuerpo y lograr un estado de ingravidez en el espíritu mediante una fusión estática con “el Todo”, esto no es un acto de elevación ni de búsqueda de la trascendencia, porque no es un acto de Amor 12 .
Dios ilumina al hombre en su recogimiento místico para lanzarlo nuevamente al mundo con su mensaje de Amor 13 . Y sólo desde el mundo el hombre puede alcanzar la verdadera elevación trascendente. Cualquier otra cosa es eludir responsabilidades.
La auténtica imagen del amor no es la del maestro elevado que instruye a sus discípulos en la verdad que ha alcanzado, sino la del hombre que se entrega a los demás haciendo dejación de su propia persona. Sólo éste alcanzó la Verdad. Y así lo demostró Jesucristo: En lugar de permanecer en su elevación se hizo hombre, y murió por todos nosotros.
La mística oriental y el materialismo occidental tienen un punto de inflexión: Jesusalem.