KYRIE ELEISON

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fuera de la ley

06

   

sobre la santidad

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“Sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial.”

Me acerco a mi amigo que, sin dejar sus quehaceres, me contesta cortésmente.
Le dije: “¡Quiero ser santo! ¡Fundaré una orden, un grupo de oración, comunidades de adoración!”
Mi amigo comenta como para sí mismo: “¿Una orden? ¿Vas a convertirte en maestro para suplantar al único Maestro? ¿Cómo vas a fundar lo que Cristo ya fundó? Sé un conducto limpio de la Luz de Dios, pero no estorbes la acción del Maestro con el protagonismo de tus propios criterios. ‘Vosotros no os dejéis llamar maestros, que uno solo es: El Cristo’.”
Y mi amigo continuó: “¿Un grupo de oración? Un hombre se resbaló por la pendiente de una montaña y acertó pasar por allí un vecino. Al verlo le dijo: ‘No te preocupes, rezaré por ti’. Sin por ello dejar de orar, ¿no hubiese sido mejor que le alargara la mano y lo sacara e allí?”
Y mi amigo continuó: “¿Comunidades de adoración? ¿Allí donde los hombres se gozan en ponerse unos por encima de los otros? ¿Donde con muecas de humildad pretenden ser lo que no son captando prosélitos e instruyéndoles con paternalismo vomitivo? ‘No os dejéis llamar instructores que uno solo es: El Cristo’.”

Entonces le dije: “¡Serviré en el templo, desde instruirme en lo más recóndito de la teología hasta encender los cirios del altar¡”
Mi amigo comenta como para sí mismo: “¿Teología? ¿Qué es teología? ¿Eso que conocen los sabios y eruditos y desconocen los sencillos y limpios de corazón? ¿Y qué tiene que ver eso con Dios?”
Y mi amigo continuó: “¿Vas a prender cirios cuyo calor no llega ni hasta los techos del templo? Hay muchas hogueras que prender para acabar con los poderes despóticos y destructivos que oprimen a los débiles, ese fuego sí que llegaría hasta Dios. Pero prender cirios es menos comprometido. Se te pone cara de bueno, no arriesgas tu vida y encima muchos te miran con cara de estúpida ternura.”

Le grité “Pero yo quiero ser santo.”
Mi amigo comenta como para sí mismo: “Sélo, pero jamás consientas que ninguna institución te ponga el “san” delante de tu nombre, porque te aseguro que entonces habrás fracasado.”