KYRIE ELEISON

      K

fuera de la ley

14

   

sobre el conocimiento espiritual

      K

anterior - índice - siguiente

             
 

Los seres humanos muchas veces decimos “conocer” y queremos decir “abarcar” y “poseer”.
Parece como si en el hecho de “conocer” ya el objeto de nuestro conocimiento hubiese sido totalmente descifrado. Si quedara algún misterio por resolver, si hubiera alguna manifestación imprevisible para nosotros, entonces decimos “no lo conozco totalmente”.
Sin embargo, yo creo en un concepto diferente del conocimiento.

Yo conozco a mi Padre. Pero ni lo poseo, ni lo abarco, ni lo mucho menos lo tengo descifrado, ni etiquetado, ni clasificado dentro de mi mundo de ideas y conceptos.
Como el niño de pecho conoce a su madre, así conozco yo a mi Padre: Lo conozco porque soy capaz de percibir su aroma de entre todo los perfumes que se me puedan acercar. Soy capaz de distinguir el timbre de su voz de entre todos los sonidos que puedan resonar en mi interior. Soy capaz de distinguir el resplandor de su Luz de entre todos los destellos que puedan brillar ante mis ojos.

Él me ama, y no existe mayor satisfacción para Aquél que ama, que manifestarse al ser amado, darse a conocer.
Él no me dice “ámame” para luego mantenerse lejos, en la altura de su infinitud y su inaccesibilidad, al contrario, me muestra de sí mismo todo lo que mi ser de Él pueda aprehender, y aun más, me prepara y me abre el conocimiento para poder acercarme cada vez más a Él.

El enamoramiento humano puede ser casi una enfermedad, tiene mucho de irrealidad, pero también es capaz de mostrar la inmensa belleza escondida de una mujer, que no es belleza irreal, porque no existe belleza en sí misma, sino que toda belleza está en los ojos del que ama.
Por eso, sólo cuando yo me he sentido sinceramente enamorado es cuando he podido comprender en verdad muchas manifestaciones de Dios para conmigo.