KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 5 - capítulo 01


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  Allí donde se han elevado murallas de protección contra el Mal, allí no está Dios. De esa ciudad amurallada Dios sale inmediatamente, o quizá la desmorona y la deshace con su Espíritu que penetra en todo lo sólido disolviéndolo.
Dios está junto al hombre que lucha al filo del abismo, en la fe de que Dios está junto a él. Si el Mal está a un palmo a mi izquierda, Dios está a un palmo a mi derecha. Si el abismo queda a mis pies, Dios estará sobre mi cabeza. Y ni el Mal me tocará ni caeré al abismo, porque mi fe impide que Dios se aleje de mí, y Dios impide que yo me aleje de mi fe.
Al hombre que, por su fe, deshace toda protección, el Mal se le acerca hasta un palmo. Y se abre un abismo a sus pies. Aquél que se vea muy distante del Mal y lejos de todo peligro, ése no está con Dios.

¡Asómate a la Luz de la Verdad!: se abrirá un abismo a tus pies y te sentirás caer. Entonces Dios vendrá a sostenerte.
¿Dónde está ese peligro que te permite agarrarte a tu fe? ¿Dónde está ese vacío en el que verdaderamente sólo Dios puede liberarte de la angustia de la nada? La seguridad en Dios es inconciliable con la seguridad en la roca del mundo.
La roca del mundo es sólida, y por lo tanto frágil. La roca del mundo está apoyada en otra roca, y ésa en otra, y la otra en nada: Hoy estás seguro, mañana te caerás. La roca del Cielo no necesita ser dura, ni necesita ser sólida ni necesita estar apoyada: No se puede deshacer ni puede caer al abismo de la nada, porque no tiene hechura y contiene a la nada misma dentro de sí.
Cuando el hombre apoya un pie encima de la vida, y el otro pie encima de la muerte, se encarama hasta llegar a alcanzar la roca del Cielo. Pero el hombre que apoya ambos pies encima de la vida, perderá el equilibrio y caerá a la muerte.