KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 5 - capítulo 12


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  Ideas que parecían perfectamente acopladas a la Verdad del Cielo, se desvanecen y son sustituidas porque pierden su eficacia. Estructuras férreas que parecían sostenidas por Dios mismo, se desmoronan en un abrir y cerrar de ojos y ceden sitio a otras iniciativas tenidas por ‘heterodoxas’. ¿Qué perdura verdaderamente, a qué agarrarse?
El hombre aferrado al Amor de Dios no se desvía de su camino ni un milímetro aunque el suelo que pisa se hunda a sus pies en el abismo. Porque el hombre aferrado al Amor de Dios no pisa un suelo formado por estructuras, sino que pisa en Jesucristo, verdadero Camino, que jamás permitirá que el pié del hombre que le ama pise en falso.

Miro a mi alrededor: Todo es quebradizo, pasajero, vacuo. Mis ideas, mis convicciones, ¡cuanta vanidad hay en mí! Quiero ver lo permanente de las cosas, lo que no se muda. Entonces Dios me habla y dice:
“Mira en el tiempo, mira la Paz, y verás aquello que verdaderamente es.”
¿Mira en el tiempo, mira la Paz? ¿Qué significa ‘mirar la Paz’? No entiendo lo que me dice mi Señor.

Dios me abre los ojos del espíritu y entonces puedo ver el sufrimiento de las personas que me rodean. Todo sufrimiento es falta de amor, el amor es unidad, y el símbolo máximo de toda unión y desunión es el tiempo. Donde hay Paz, el tiempo transcurre para la reconciliación de las cosas, donde hay sufrimiento el tiempo transcurre y las cosas se enfrentan unas contra otras y muestran su individualidad agresiva.
El hombre que es capaz de comprender el verdadero sentido del tiempo, está cerca de la sabiduría de Dios. Porque es imposible comprender el verdadero sentido del tiempo si no está absolutamente lleno del Amor de Dios.

¾Un caballo galopa a lo lejos: Es el tiempo que transcurre y del que yo prefiero mantenerme al margen. Observo el recorrido y construyo una imagen de él. Entonces intento relacionar las cosas para deducir ‘verdades’ inamovibles, y construyo conceptos abstractos.
Lo que parecía un ardid sabio que me permitía analizar las cosas desde la prudencia de la distancia, sin embargo es la raíz de toda mi confusión. Construyendo mi irrealidad estática, dejo pasar la Verdad ante mis ojos y no soy capaz ni tan siquiera de darme cuenta.
¾Un caballo galopa y yo voy montado en él: Es el tiempo en el que yo me desplazo. Las cosas transcurren a mi alrededor en su verdadera secuencia. No relaciono yo mismo los eventos, sino que los percibo según la relación que tienen en sí mismos, y la Verdad se me hace presente porque todo me habla de Dios: del Amor y de la unidad: de la Paz.

El tiempo avanza en el intento de encontrarse con Dios, y retrocede en el intento de reconciliación de todas las cosas. De las cosas entre sí o, lo que es lo mismo, de cada cosa con su pasado.
El cristiano lleva el tiempo sobre el Camino: no retrocede porque ya en él mismo está la reconciliación. Lleva sobre sí todos sus pecados, no es necesario que vuelva a por ellos, porque los tiene presentes todos los instantes de su vida. ¿Cómo es posible tener presente continuamente todos mis pecados?: Porque están perdonados a la luz de la Verdad. Porque están siempre presentes, por eso están verdaderamente olvidados y dejados atrás.

El hombre que no vive en el tiempo que transcurre, no es capaz de avanzar con eficacia por el camino de la libertad. No sabe distinguir el engaño de su mente con la realidad de su vivencia, porque no está en lo que en cada instante existe, sino que vive fuera de la realidad que transcurre.
Cuando sus esquemas humanos se desmoronan, él mismo se desmorona: Es un títere movido por sus propias elucubraciones.
Cada concepto abstracto es un intento de apearse del caballo que galopa. Cada definición de la Verdad es un intento sacarla del movimiento que le es intrínseco y disecarla en la irrealidad de nuestras construcciones mentales.

12 - a

¿Puede un hombre entrar en el ámbito del espíritu y romper esquemas racionales sin encontrarse con Dios? ¿Es posible entrar en el tiempo sin sentir Amor?

Dios manda lluvia para justos e injustos, a todos alimenta, cura enfermedades y llena de alegría: a unos y a otros.
Pero Dios, que empuja desde abajo toda su creación sin distinciones, también llama desde arriba: en medio queda el vacío de Dios.
En el vacío de Dios está nuestra libertad, está el mensaje de salvación de Jesucristo. Este vacío es el ‘no ser’ de Dios que Él permite por Amor.

Dios es Unidad en el Amor, pero las cosas sólo se pueden unificar supeditándose unas a otras. ¿Por qué algo habría de supeditarse a otra cosa y no a la inversa? ¿Quién determina qué debe estar supeditado a qué?
Dios, que es infinito y está en todas las cosas, se delimita, se hace concreto enviando a su Hijo Jesucristo al mundo en una llamada a la unidad en el Amor del Padre. Y es imposible que el hombre edifique otra unión válida que no sea la dispuesta por Dios.

Por eso hay dos sabidurías que, al encontrarse, generan la plenitud del conocimiento: La sabiduría que empuja el universo desde abajo, que el hombre descubre en su humildad y sometiéndose al devenir del tiempo, y la sabiduría que viene desde arriba, que es el Espíritu de la Verdad, y a la que el hombre no tiene acceso con su propio esfuerzo, sino que es revelada por el Padre a sus elegidos desde el principio de los tiempos.

El hombre que no conoce al Dios que llama desde lo alto, sólo ve la mitad de la realidad: Un universo que se levanta, y que va llenando poco a poco un vacío en un empeño en el que este mismo hombre tiene su protagonismo.
Entonces construye y edifica sin otro rumbo que el de subyugarlo todo. Es la torre de Babel: si realmente los hombres estuvieran unidos serían capaces de torcer el verdadero destino de la creación divina, pero los hombres por sí mismos no podrán encontrar unión jamás, porque al moverse en el reino de la oscuridad, las individualidades permanecen impidiendo que unos se supediten a otros.

La única unión posible en la creación divina es la Unión en Jesucristo. Esta unión salva el vacío de Dios e identifica al Dios que empuja desde abajo con el Dios que llama desde arriba:
¡Afortunado el hombre que escuche la llamada de Dios y la lleve a su vida, porque estará en el Camino de la plenitud: Vida plena, sabiduría plena, pleno Amor y Paz eterna!

12 - b

Iglesias cristianas, cristianos de todo el mundo, ¡hermanos míos!:
Tened la absoluta convicción de que ningún dogma, ninguna doctrina, ninguna tradición que lleve a la desunión viene de Dios.
En este libro yo he escrito muchas cosas: Todas las ha puesto Dios en mi corazón, y yo las expreso para su gloria. Pero hay una que no es simplemente una expresión para gloria de Dios, sino que es un encargo que Dios mismo me ha hecho expresamente para que lo comunique sin descansar un solo instante. Esto es: la auténtica Iglesia de Cristo, presente en todas las iglesias cristianas, debe ser purificada para que, siendo Una sola, también se manifieste ante el mundo en la unidad:

Ésta es la voluntad de Dios: Que las iglesias cristianas se unan muriendo las unas por las otras y haciendo honor así al Señor que a todas conduce: Cristo.

12 - c

Que nadie se engañe pensando que la idea de la inautenticidad del dogma en sí mismo o de la doctrina en sí misma, pueda ser germen de la relajación de la Ley de Dios. Muy al contrario, la mayoría de los preceptos eclesiásticos sólo son útiles para contentar al hombre en el cumplimiento de la ley en la forma, evitándole así el verdadero enfrentamiento con Dios cara a cara.
Doctrinas cristianas han entibiado el corazón del cristiano situándolo al borde de la maldición de Cristo: “Os quiero fríos o calientes...”

Ni tampoco una doctrina puede, con sus “técnicas” de salvación, encender el fuego del Amor en el corazón del hombre. El “calor” de los preceptos doctrinales es postizo: Sólo el fuego que nace de lo más profundo del ser viene de Dios. Una actitud de entrega por cumplir con unos preceptos puede ser una manera de encubrir una frialdad en el corazón, y entonces sobrevendrá la crisis como resultado de la contradicción.

¿Qué doctrina será verdaderamente eficaz para ayudarnos a encontrar el Camino? La doctrina que por su tibieza nos justifique en nuestra dejadez, nos alejará de Dios, y la que nos obligue a adoptar formas vacías por contentar a un dios justiciero, nos aleja igualmente del Amor: Los preceptos de Cristo deben ser cumplidos, con convicción o sin ella, porque la Palabra de Dios vendrá a juzgarnos. Pero estos preceptos, esta Palabra es muy simple: Amor.
Todo lo que el hombre haga con verdadero Amor, es manifestación de la voluntad de Dios, y Dios no se puede juzgar a sí mismo.