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sufrimiento y esperanza

Salmo 022

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡no veo mi salvación por ninguna parte!
Dios mío, te suplico día y noche, te pido un signo de tu presencia, pero Tú no me respondes. Mi oración desesperada no tiene ni un instante de descanso.
¡Mas yo sé que Tú eres el Santo, que no hay rincón en el universo donde tu oído no alcance a escuchar!
En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste; a ti clamaron, y salieron salvos, en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos.

Y yo, gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo, todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: "Se confió a Dios, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!"
Desde antes de nacer, Tú ya me habías señalado un destino, una promesa que cumplir.
A ti fui entregado al nacer, y a ti me entregué cuando por mí mismo te conocí.
Desde entonces Tú has conducido todos mis pasos y me encuentro aquí, porque aquí Tú me has traído.
¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, nadie puede socorrerme sino Tú!

Las gentes, como animales salvajes, se han reunido contra mí. Ya no tengo protección en este mundo. Mis amigos también me han abandonado.
Mi cuerpo ya no me sostiene, mi carne deshecha se arrastra sobre el polvo de la muerte.
Toda la oscuridad tenebrosa del universo se ha hecho presente ante mis ojos, y me envuelve.
Mas si Tú todo lo has hecho y hasta aquí me has traído, ¿acaso no alcanzará tu mano a rescatarme?

Mi ropa, y hasta lo más íntimo de mí mismo, ellos se lo reparten entre risas y fiestas. La túnica que Tú me regalaste como signo de la unción, ellos se la sortean, como si a ti mismo te pudieran poseer poseyendo el obsequio que me hiciste.
¡Padre, ahora no te puedo ver, pero te conozco, y sé que no estás lejos de mí!
Todo esto Tú ya me lo habías advertido, éste fue nuestro acuerdo desde el principio, y sin embargo ahora ni tus promesas pueden ser un consuelo para mí. Ni tus signos, ni todas las muestras de Amor durante mi vida en tu presencia, pueden liberarme de mi angustia.

Llena de tu Luz el fondo más oscuro del universo, aquí donde ahora me encuentro, y sácame con fuerza otra vez hasta ti, para que el Mal ya no tenga escondrijo seguro, para que hasta el más perverso de los hombres tenga esperanza de salvación, para que no exista en el universo entero lugar alguno desde donde un hombre que clame tu misericordia, no pueda ser rescatado.
Que si por Amor me he dejado conducir hasta lo oscuro, hasta el ámbito de la angustia más terrible, que por tu Amor la Luz de tu presencia brille también aquí.

Anunciad el nombre del Amor, proclamad la salvación, que ya no hay rincón en el universo donde no brille la Luz de Dios, donde no llegue su misericordia. ¡Nuestro Rey lo ha hecho posible!
Le recordarán y volverán al Amor todos los confines de la tierra, ante Él se postrarán todas las familias de las gentes. Que de Él es el Reino eterno, Él es el Señor de las naciones. Ante Él solo se postrarán todos los poderosos de la tierra, ante Él se doblarán cuantos bajan al polvo. Y para aquél que ya no viva, le servirá su descendencia: ella hablará del Señor a la edad venidera, contará su Justicia al pueblo por nacer: Esto hizo Él.

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