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la misericordia de Dios

Salmo 036

Si pretendiendo hacer el bien, hago el mal; si buscando a mi Padre tropiezo y caigo, Él no me juzgará por el mal que haya hecho ni por mi tropiezo, sino que sólo mirará la intención de mi corazón. El principio del mal no es el error ni la caída, sino la traición.
No habrá juicio contra el hombre que, al observar su pecado, rectifica su camino. Mas, ¿qué conversión puede esperarse de aquél que, viendo lo bueno, libremente hace lo malo, del que hace uso de la Luz del Amor para ir contra el Amor?

Oh Padre, en los cielos tu Amor, hasta las nubes tu Verdad; tu Justicia es como los montes que se levantan firmes sobre la tierra; tus juicios, profundo abismo sin fondo. A hombres y bestias salvas Tú, Padre, oh Dios, ¡qué precioso tu Amor! Por eso todos los hombres de la tierra, a la sombra de tus alas se cobijan.
Se sacian del pan de tu Casa, en el torrente de tus delicias los abrevas; en ti está la fuente de la Vida, y en tu Luz vemos la Luz.

Que tu Amor nunca falte a los que te conocen, y tu justicia a los de recto corazón. ¡Que el pie del orgullo no me alcance, ni la mano de la impiedad me avente!
Los esclavos del mal romperán sus cadenas cuando conozcan al traidor que les embelesa con su luz perecedera: un instante de plenitud, cien años de amargura.
Ved cómo cae el mal, abatido, no puede levantarse. 

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