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Dios, la única esperanza

Salmo 062

Sólo en Dios mi alma descansa sin ningún temor. Cuando lleguen los días de sequía en Él me regocijaré, pues me ha dado de beber el Agua de la Vida.
Día tras día las olas golpean la embarcación que se mantiene sobre el mar: Un día y otro el mundo material golpea al espíritu proponiendo alternativas lógicas a la fe. La barca no se hunde sino que es el propio mar que la mantiene a flote. La materia no puede someter al hombre de fe, sino que se le somete y le sirve.

Sólo en Dios mi alma descansa sin ningún temor. Cuando lleguen los días de sequía en Él me regocijaré, pues me ha dado de beber el Agua de la Vida.
Ésos que lanzan sus amarras intentando capturarme para llevarme luego a formar parte de su mundo, ésos pierden el tiempo. No puede el aceite mezclarse con el agua: Siempre sale a flote.
El hombre de fe vive en el espíritu, por muy hondo que se le obligue a sumergirse en el mundo material, siempre vuelve a salir, y es el propio mundo el que lo expulsa fuera.

Sólo en Dios mi alma descansa sin ningún temor. Cuando lleguen los días de sequía en Él me regocijaré, pues me ha dado de beber el Agua de la Vida.
No existe otra dignidad para el hombre que su fe.
El mundo material convierte al ser humano en un accidente de la naturaleza, en una circunstancia del azar.
Sólo aquél que vive en el espíritu podrá cruzar el mar de la muerte sin ser tragado por él.

Sólo en Dios mi alma descansa sin ningún temor. Cuando lleguen los días de sequía en Él me regocijaré, pues me ha dado de beber el Agua de la Vida.
Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: Que de Dios es la fuerza, tuyo, Señor, el Amor; y:
Que, llegado el día, cada hombre se presentará ante tu Luz y exhibirá todos sus pensamientos, todos sus deseos, todos y cada uno de sus actos sin poder esconder ni lo más pequeño. Ése será tu juicio, ¿quién podrá soportar?
El que ya esté ante tu Luz, ése podrá soportar.

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