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sacerdocio eterno

Salmo 110

Así me dice mi Padre en mi corazón: “No te aflijas, no luches con tus propias fuerzas, al contrario, siéntate conmigo, a mi lado, y verás cómo los que te desean el mal acabarán por respetarte.”
Desde el monte donde el Rey derramó su sangre colgado de una cruz, el Espíritu se extiende por toda la tierra impregnando de Paz divina los corazones de todos los hombres de buena voluntad. Le conozcan o no le conozcan.
Desde antes de nacer, mi Padre ya me había elegido en un impulso sagrado de Amor. Me dice: “Si tú voluntariamente no te opones a mí, nada fortuito podrá evitar que Yo te traiga a mi Reino de sacerdotes que reinan sobre la tierra.”
En el sacerdocio de la muerte por Amor que lleva a la Vida.

Los imperios caerán, los grandes poderes económicos quebrarán, los poderosos serán derribados por el pueblo.
Las empresas más invulnerables, mejor tramadas, éstas verán la semilla de la corrupción en su corazón, y no podrán echarla fuera. Desde dentro se pudrirán hasta romperse.
Pero el Amor quedará. Se le intentará destruir, pero una y otra vez renacerá, cada vez con más fuerza. Se dará a conocer y todos los pueblos le buscarán.
El Camino es largo y el enemigo poderoso. Nos derriban impunemente, pero el Agua del torrente del que bebemos nunca se agota. Por eso siempre levantaremos la cabeza.

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