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ya no hay luto para la muerte

Salmo 129

Mucho he sufrido desde mi juventud; los que me han conocido lo saben.
La muerte ha estado muy cerca de mí, siempre buscando su oportunidad.
Toda mi vida huyendo, anhelando paz, buscando un motivo para vivir.
Pero no ha sido una lucha vana, pues la victoria ha me puesto su corona.
Mi Padre me transformó en mi sufrimiento, sacó un tesoro de mi tumba;
la muerte en mí ya no viste de luto, sino que el Amor la ha embellecido.
Mi Padre ha disipado la bruma que oscurecía mi valor y mi energía,
ahora me he consagrado al Amor, en una lucha que traspasa la muerte.
Los que se aprovechaban de mi confusión, ya no se me acercan más;
sonrisas burlonas en sus labios, vergüenza y desazón en sus corazones.
¡Bendito el Amor, el santo Nombre de nuestro Dios! ¡Bendito el Rey!
Él venció la muerte alentándonos a la lucha sin sombra de desesperanza.

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