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balada del desterrado

Salmo 137

Entre los frondosos jardines, entre los impresionantes rascacielos, en medio de calles luminosas llenas de escaparates mostrando los objetos más atractivos, nosotros sin embargo estábamos sentados y llorábamos acordándonos de nuestra Patria.
Allí se nos acercaban muchas jóvenes vistosas, que nos miraban de reojo con picardía, los alegres muchachos hacen reír con sus ocurrencias y nos invitan a participar de la fiesta.
No podemos cantar, no podemos reír, ni siquiera podemos deleitarnos a placer ante la belleza que nos envuelve.
¿Dónde está la Justicia? ¿Dónde la generosidad? ¿Dónde ha quedado la integridad y la honestidad del hombre?
Les hablamos de la pobreza, y nos replican: “Centros muy eficaces llevados por profesionales, entregados al amor, se encargan de los indigentes.”

Entré en uno de esos centros llevando conmigo a un hombre que llevaba un año abandonado en la calle. 
El “santo varón” que llevaba este centro lucía una sonrisa que me recordaba a una de esas patéticas imágenes que adornan algunas iglesias. Vestía una hermosísima “piel de cordero”.
Me recibió en un despacho deslumbrante, digno de un ministro (no de Dios, precisamente).
Pero al pobre hombre que yo llevaba para que fuera acogido lo expulsó como basura. ¿No tiene ninguna pensión que aportar? ¿Cómo puedo yo ampliar mis acomodos? ¡No nos interesa! ¡Al psiquiátrico! ¡O a la policía! ¡O a la calle, a pasar hambre y frío!
A costa de la mísera pensión de los pobres, estos caraduras, cínicos, se enriquecen.
Y todo “en el nombre de Dios”
¡Malditos sean!

¡Mi lengua se me pegue al paladar si no es para hablar de Justicia, si no alzo al Reino de Dios al colmo de mi gozo!
Acuérdate, Papá, de todos los que necesitan Amor y sólo encuentran desprecio. Luego les dicen: “¡es muy agresivo!” Mas, ¿quién que se sienta despreciado por la sociedad entera no se llena de rabia e indignación?
Que caigan todos esos bastardos, de impecable traje de chaqueta y corbata, y de apestoso excremento en su corazón, mientras los residentes de esos centros “benéficos” tienen que llevar ropa que ni siquiera es de su talla.

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