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doxología final

Salmo 150

¡Aleluya!
Alabad a Dios en su Templo, en el interior profundo de vuestros corazones,
alabadle igualmente en su obra, en el retoño y en el cosmos, por igual.
Alabadle con música de trompetas que recuerdan el fulgor de su Gloria,
alabadle con cantos de ternura, que susurran tenues palabras de amor.
Alabadle con vino y con banquetes, con risas y abrazos de hermandad;
alabadle en la soledad del silencio, donde su voz rezuma Verdad inexpresable.
¡Todo cuanto respira alabe al único Dios: El Amor! ¡Aleluya!

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