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capítulo 6 (comentario)

texto: capítulo 6

No es lo mismo tomar la palabra como ente de luz, que tomarla como vector de luz.
Cuando los conceptos toman el poder de la mente y todo gira en torno a la coherencia estructural de las ideas, entonces la palabra es tomada como ente de luz: “El origen de la palabra escapa a nuestro entendimiento, lo cierto es que ella, en sí, ya es fuente de verdad.” Pero esto es muy engañoso. Las actitudes rigoristas en materia moral tienen su origen en esta manera de entender la palabra.
La palabra lingüística no es luz en sí misma, sino que es sólo un vehículo, un vector que señala al manantial de Luz de donde procede la verdad que expresa.
La bella y muy profunda imagen de “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” hace referencia a una Palabra que trasciende mucho más allá de lo puramente lingüístico y se manifiesta como lo que es: un ser vivo. No es la palabra encerrada en un concepto, sino la Palabra que, en su movimiento, arrastra al hombre y le abre los ojos para que él mismo pueda beber del pozo original de la Verdad eterna.

Leer a Lao Tzi no es simplemente intentar comprender lo que el viejo maestro intentó expresar, y reescribir el Dao De Jing tampoco tiene que ser necesariamente aproximarlo a la primera intención de su autor. Las palabras de Lao Tzi señalan hacia un pozo de luz que es mucho más rico que el propio Dao De Jing. No es muy inteligente quedarse con una muestra de un tesoro cuando, apoyados en esta muestra, podemos alcanzar el tesoro mismo en todo su esplendor.
La llamada a la mansedumbre, el hecho de dejarse guiar por Dios y confiar en su providencia, no intentar influir en los demás con la fuerza de las palabras, sino dejar que la influencia se produzca a un nivel espiritual superior, todo esto es muy cercano a la predicación de Jesús. El hecho de la predicación de Jesús mediante parábolas es muy significativo: el Camino no se puede hacer comprender por la fuerza de la lógica; el Camino que el hombre no encuentre por sí mismo y dentro de sí, no sirve para nada.
Y no se trata de que Jesús haya podido conocer a Lao Zi, se trata de que el pozo de la Verdad es uno solo, y de un extremo del mundo al otro, todo aquel que beba de este pozo dirá las mismas cosas.

texto: capítulo 6

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