KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 2 - capítulo 30


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  Ruego al Padre misericordioso que me conoce en lo íntimo de mi corazón, que nunca me abandone en mis ‘humildes’ arrebatos de soberbia en los que llego a olvidarme de que, si alguna vez digo la Verdad, es el Espíritu Santo el que habla a través de mí. Porque entonces puedo empezar a creerme que yo mismo soy Verdad, cayendo en el pecado origen de todo pecado: “...y seréis como dioses...”
Porque si bien yo amo la Verdad, a veces la quiero hacer mía. El Espíritu Santo no da sabiduría al hombre para regocijo del hombre, sino para que pueda defenderla allí donde se le necesite. O lo que es lo mismo: En tanto que mi “yo” no esté plenamente en Jesucristo, toda exaltación de su palabra es vana. La verdadera palabra es Amor e impulso, que sólo se traduce en obras.