KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

prólogo


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  Esta obra no es un tratado de filosofía ni de teología, sino el relato de una vivencia espiritual. No hay intención de decir nada nuevo, al contrario, parte de la convicción de que lo nuevo no es sino otro punto de vista, ni más ni menos válido, de la misma observación.
Va al encuentro de la Verdad, que es Una, y la descubre en el hecho de “ir al encuentro” de ella. El lector no deberá detenerse en la afirmación estática de las cosas, sino en la dirección que señala la trayectoria del pensamiento vivo.
El monismo, la identificación espacio tiempo, la unidad existencial del “yo”, nada de esto es esencial. La Verdad no es estática, pero el hombre tiene que apoyarse en referencias situadas en las cosas para poder trazar un movimiento y una dirección.
Por otro lado, esta obra no se desarrolla en el sentido lógico, sino en el sentido de expansión y contracción, en sincronía con el latir de la propia vivencia: No se evita la contradicción ni se busca la coherencia.
Todo lo escrito queda como testimonio de la autenticidad del momento, por eso no hay revisiones ni correcciones posteriores. Sin embargo, una vez terminada la obra, se incluyeron notas a pie de página que sirven para enlazar o situar reflexiones de manera que no den lugar a posibles equívocos.
La obra está inspirada o revelada por el “Espíritu”, pero en ningún momento existe la pretensión de que sea una revelación divina. Al Espíritu Santo siempre se hace alusión con ambas palabras, mientras que el “Espíritu” es el propio espíritu del que escribe en el reposo en Dios. En principio no hay equívoco, sin embargo la posible ambigüedad llega a veces a ser muy significativa y sugerente. Se trata pues de un diálogo entre el “Espíritu” místico del hombre, y el Espíritu de Dios.