KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 4 - capítulo 06


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  Yo, confuso, me dirijo a mi Padre, que siempre me escucha, y le pregunto:
“Señor, Tú que me impulsas con tu Espíritu cuando soy justo y también cuando soy injusto, que trazas mi camino y determinas mi destino, ¿eres Tú mismo, Señor, el que me amas y desde lo alto me llamas a tu Reino? Porque si sólo Tú trazas mi camino y siempre me llevas de tu mano, ¿a qué me pides que te siga? ¿Qué otra alternativa me das?”
Y el Señor me responde: “Yo no estoy fuera de ti, ni soy algo absolutamente distinto a ti mismo. Mi voluntad y la tuya tampoco son absolutamente independientes. Sin ti, nada puedo hacer por ti”.

Cuando las cosas se independizan unas de otras, viene la ley y las ordena limitándolas, porque tienden a destruirse mutuamente. Tanto más independientes pretenden ser, tanto más limitado será el recinto en el que podrán moverse. Éste es el inexorable reino del falso dios, reino de la oscuridad.
Entonces el hombre ve su destino y no reconoce en él la mano de Dios, sino el resultado de un azar despiadado que lo ha organizado todo sin amor ni compasión.

Cuando el hombre, apoyándose en la dureza del reino oscuro, se asoma a la Luz y ve la Verdad, ya no quiere buscar más su destino en la oscuridad. Porque el destino de lo inexorable no tiene existencia por sí mismo, sino que es el reverso del ser.
Dios no premedita los acontecimientos de mi vida, sino que los ilumina y los llena de contenido para que yo, apoyando mi pié sobre ellos, pueda encaramarme por encima del reino oscuro y asomarme a la Luz.

“Señor, ¿entonces no eres Tú el que determina los acontecimientos de mi vida?, ¿está mi destino en la tierra en manos del rey de la oscuridad?”
Y Dios me responde: “Yo te llamo a la Luz, y desde la Luz nada es inexorable, ni siquiera tu destino en la tierra, ni siquiera en el ámbito de la oscuridad.”