KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 5 - capítulo 09


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  Dios nos crea diferentes, inconciliables, y luego nos dice: “Amaos los unos a los otros”. ¿No hubiese sido más sencillo habernos creado más parecidos, más amables unos para otros?
Dios siempre está por encima de los hombres, y ese hombre que yo no puedo comprender, que no puedo aceptar, es signo evidente de que la sabiduría divina está por encima de mí y de él.
Mi prójimo es el reto de renunciar a algo de mí, para reencontrarme por encima de mí mismo. Sin mi prójimo, no habría camino hacia Dios.

Pues bien, ese reto que lleva a la Verdad, ese prójimo que nos denuncia en nuestra limitación y nos llama a reencontrarnos más cerca de Dios, ése es el hermano que pertenece a otra iglesia que la nuestra, incluso a otra fe que la nuestra.

Hombres discuten, cada uno cree tener la razón: Todos están equivocados. Porque nunca la Verdad de Dios está en la razón. La razón es para usar y desechar: En la medida en la que une, es buena, en la medida en la que genera posturas intransigentes, es mala.
Pero, ¿Es que acaso no debe el hombre de Dios defender la Verdad a todo trance, incluso aunque se le tache de intransigente y obstinado?
Por supuesto que sí, pero no con la fuerza de la razón, sino con la Fuerza del Espíritu:
La Fuerza del Espíritu no impone una razón sobre otra, sino que deshace toda estructuración racional y humana, y enciende una luz que se sostiene a sí misma, porque ilumina la Verdad sin necesidad de argumentarla.

¡Iglesias cristianas! Si Dios las ha alimentado en su diversidad, es porque Él desea que se reencuentren más cerca de Él.
Ésta es la voluntad de Dios: Que las iglesias cristianas se unan muriendo las unas por las otras y haciendo honor así al Señor que a todas conduce: Cristo.

09 - a

El Islam. Su presencia es absolutamente necesaria para que el mundo mantenga vivo el espíritu del “Dios Uno”: único, indivisible, inanalizable, indesgranable.
Sin el Islam, ¿qué sería de nosotros, cristianos, aun inmaduros e influidos por el paganismo?

Es verdad que Cristo es Dios, Hijo de Dios, distinto del Padre, y que el Espíritu Santo es Dios, distinto del Padre y del Hijo. Pero los musulmanes tienen ahora mismo una función vital que cumplir en el aporte de la fe espiritual en el mundo. Ya llegará el día en el que conozcan a Cristo, y entonces se darán cuenta de que desde siempre lo habían conocido. Porque Él mismo dijo: “Quien me ve a mí, ve al Padre.”


09 - b

Si estas cosas que escribo no vienen de Dios, ¿de dónde vienen entonces? Si no es Dios quien me las muestra, ¿que otro “ser” puede hablarme de Amor, de unidad, de reconciliación, de elevación?...
Todos pensarán: “tú mismo te lo imaginas”.
Pero yo ayer estaba muerto, y hoy estoy vivo. Ayer estaba ciego, y hoy veo con claridad. Nada de este mundo me ha curado, porque el mundo tuvo su oportunidad y no supo hacer nada sino hundirme cada vez más en la muerte. Pero Dios, en un abrir y cerrar de ojos, me trajo de la muerte a la vida, de la oscuridad a la Luz.
Dios ha hecho en mí un milagro, y yo no puedo hacer otra cosa que glorificarle y ponerme a su servicio, día y noche, por todo el tiempo que me quede de vida.

09 - c

¡Ortodoxos! Que ya, por vuestro nombre, estáis proclamando públicamente estar en posesión de la Verdad, ¿dónde están vuestros misioneros por el mundo, impulsados por el Espíritu, muriendo por los más débiles? No puede vivir en la humildad quien se dirige a Dios con tanta pompa y tanto arte. Vuestra adoración al rito eclipsa vuestra adoración a Dios.

¡Evangélicos! Triste imagen de unidad dais al mundo cuando ni entre vosotros mismos os ponéis de acuerdo. No busquéis tanto los malabarismos de Dios en el mundo, que Dios vino a llevarnos al Reino, que es espíritu, y no a sorprendernos con su poder en la tierra. Porque Dios todo lo puede, pero es respetuoso, desea que las cosas se muevan por Amor, y no por imposición de la omnipotencia divina.

¡Testigos de Jehová! Fariseos de nuestro tiempo. Hipócritas que vivís aferrados a la letra de la ley, sepulcros blanqueados que jamás habéis sentido el Espíritu Santo, sino que sólo lo conocéis por referencias. Si no os convertís al Amor, al menos no os llaméis cristianos, para que los que realmente queremos serlo no tengamos que avergonzarnos de vosotros.

¡Católicos! Que por querer estar a bien con todos hemos ahuyentado al Espíritu convirtiéndonos en cascarón vacío. Ya no somos ni sal ni fermento, por eso no se nos persigue. Hemos confundido la bondad con la transigencia y la debilidad. Nuestras ceremonias en los grandes templos son un insulto a la espiritualidad y a la comunión entre hermanos de un mismo credo. Nuestro culto a la tradición choca frontalmente con la Verdad de Dios que siempre se renueva y que nada acumula tras de sí.
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Y con todo, gracias a éstas y a todas las iglesias cristianas en el mundo, Dios ilumina y manifiesta su Amor. Porque un diamante entre escombros ilumina tanto o más que entre gasas, y si Dios me llama a mí, porque soy pecador y porque le traiciono ininterrumpidamente, ¡Gloria a Dios, que ha formado iglesias tan llenas de pecado para confundir al mundo y preservar su sabiduría!


Ésta es la voluntad de Dios: Que las iglesias cristianas se unan muriendo las unas por las otras y haciendo honor así al Señor que a todas conduce: Cristo.